Capítulo 35: Jason si sirve de algo

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Me salió más largo de lo que esperaba jeje.

=Hipo=

Recuerdo despertar con el canal de noticias, era un susurro molesto junto un olor a comida por toda la casa. Mamá estaba sentada en un sillón atenta a la pantalla, me frote los ojos cansado, me había vuelto a dormir.

La reportera explicaba como la gente presa del pánico exigian a un culpable, una cara a quien aborrecer, mostraban las contaste protestas presionando a las autoridades para hacer algo.

¿Pero no podía culpar a un inocente sin pruebas? ¿Verdad?

El azote de un casillero me sobresaltó trayendome a la realidad, mire el reloj y vi como cada segundo que pasaba se acercaba la hora de ingresar a clases. Sin embargo no había noticias de Astrid.

Miraba constantemente los alrededores, en busca de una señal, pero nada, solo los gemelos sonriendo maliciosamente en dirección a Patán, a este punto ya ni me molestaría en preguntar en qué andan.

—¿Sabes que existen aproximadamente siete mil millones de personas?—cuestionó Brutacio a mi lado, de seguro se canso de ver a Patán mirarse al espejo

Cerré mi casillero procesando el hecho que no dijo una estupidez.

—¿A que viene eso?—pregunté

—Te das cuenta la suerte que tenemos para que nos tocara eso—apuntó a mi primo casi besando su espejo al estar revisando sus dientes—. ¡Exacto! Estamos condenados

Oí la baja risa de su gemela a mis espaldas y miré de reojo a Brutacio, el cual me miraba con un brillo anhelante en sus ojos. ¿Y estos que esperaban que hiciera?.

—Ajá

—Seh, a veces dan ganas de darle un golpe, o sea ve—me agarró del cuello dejándome casi a la altura de su pecho—. Su nariz representa una diana

Destruyendo toda esperanza de lo que fuera que estaban haciendo, me deshice de su ademan e intente acomodarme el pelo mientras que los miraba ceñudo.

—Suena divertido, pero paso, háganlo ustedes si lo desean—dije dudando un poco, lo que menos me faltaba ahora es que un Patán venga corriendo con la nariz morada quejándose de los gemelos

—¡Te lo dije!—saltó Brutilda interviniendo—. Uno que tenga cerebro y otro con helio no iba a funcionar, se necesitan dos para bailar el tango—y levantó dos dedos de su mano enfatizando en su oración

—Deveritas que no quieres dejar a tal sujeto que no mencionare en su lugar, piensa en las posibilidades—insistió Tacio, poniendo ojos como Chimuelo cuando tiene hambre

—No—me limité a decir

Brutacio abrió la boca para seguir insistiendo, pero un fuerte sonido de las puertas al final de pasillo lo interrumpió. Ambas puertas se abrieron como película animada junto con una entrada dramática que "nadie" esperaba que sucediera. En este caso si me sorprendí.

La película de Intensamente se me vino a la cabeza por la perfecta personificación que le daba mi linda novia a Ira por entrar como una antorcha furiosa atrayendo las miradas de todo el corredor, aunque dudo que le haya importado.

Me llamó la atención de que seguía con la misma ropa, ¿no ha ido a casa? Fue lo primero que me pregunte. Astrid empezó a dar pasos cargados con ira y los nervios me invadieron por completo, cosa que aumentaron cuando ella solo empujo contra los casilleros a un chico solo por estar en su camino, ni siquiera lo rodeó, no, lo estrello contra el frio y metálico de la pared.

Por un momento su azulada mirada se posó en mi, y yo como su novio, flacucho, pescado parlanchín que ella quiere, solo le sonreí mostrando mis dientes con un claro nerviosismo ¿Qué otra cosa podía intentar sin morir en el intento? A menos me iría con una sonrisa, espero.

Un Misterio en BerkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora