Capítulo 26: Herida Sin Curar

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=Narro yo ;) =

¿Qué sucede cuando una herida no es atendida? Se infecta, o me equivoco, trae enfermedades y muchas otras cosas más que podrías ver en un documental, pero solo hablamos del físico, ¿Qué tal si hablamos del emocional? Las lágrimas serían una buena forma de iniciar para dar cierre, de lo contrario otras emociones harán lo posible para no sentir ese vacío en el pecho, que a la vez están agobiante, como enojo, ira y una sonrisa falsa muy bien disimulada, solo para evitar preguntas.

El ciclo de la vida, no conoces la felicidad sin antes conocer la tristeza, una balanza, un equilibrio.

Los pájaros cantan, el sol iluminando con fuerza, sin embargo no da el calor que a muchos les gustaría, el olor de comida recién hecha proveniente de la cocina rodea la casa y un castaño abre los ojos llenos de energía —para su sorpresa—, y se levantó con una sonrisa.

Hoy este muchacho volvía a su rutina semanal, donde se la pasaría casi todo el día con su novia y sus amigos, sin olvidar el reciente exito que tuvo su familia respecto a la rubia y viceversa.

Hipo bajo las escaleras seguido por la ruidosas patas de Chimuelo, el exquisito aroma del tocino cocinandose lo invadió completamente haciendo rugir su estómago del hambre que hasta ahora no se había percatado. Sus padres están en la cocina como cualquier otra mañana, su padre preparando el desayuno mientras que su madre veía unos papeles con la mesa ya puesta, lista para comer.

A grandes pasos Hipo atravesó la cocina directo al plato de su perro para alimentarlo, luego volvió en busca de su taza y ayudar en lo que puede a su papá. Estoico le sonrió como saludo a su hijo al notar su presencia, que le fue devuelta por Hipo.

—Hoy es un lindo día—comentó Valka antes de llevarse la taza a sus labios—. Podrías salir con Astrid, ¿no hijo?

—Creo que ella me sacaría a mi, la nieve derretida la inspira a ella y a su cámara—mencionó con gracia

Valka sonrió feliz por su hijo y siguió viendo los papeles repartidos por la mesa, Hipo equilibró los platos por sus brazos como un mesero profesional y con cuidado dejo los platos en la mesa asegurándose de no aplastar un papel —que él no sabia que eran—, pero sospecha que son importantes.

Tomó asiento a su lado alternando su mirada en el cereal y su madre que no despaga la mirada de aquellos documentos, la curiosidad de Hipo aumenta cada segundo, sus padres nunca llevan el trabajo a la casa, o al menos lo evitan —como la automovilística que Estoico maneja—, Hipo se recargó sobre la mesa sin desviar sus ojos de su madre casi inerte, de no ser por sus ojos, que se movían de un lado a otro leyendo los documentos. Miró a su padre que se aproxima a la mesa con su café.

—¿Pasa algo, mamá?—soltó sin poder aguantar su curiosidad

La castaña levantó su cabeza y sonrió ante la preocupación de su hijo, ordenó los papeles a su alrededor tomando otro sorbo de café.

—No es nada, no encuentro unos papeles de la florería—contestó con calma—. De seguro se me quedaron en la tienda

—¿Muy importante?—preguntó Estoico mirando sobre el periódico, intrigado

—El sistema de seguridad—apoyó la espalda en el respaldo, mostrándose inquieta—. Al parecer entraron a robar, pero no sé que se llevaron, de todas formas quiero reforzarlo y necesito esos papeles

—¿No sabes que te robaron?—cuestionó Hipo alzando su ceja—. Entonces debió ser algo pequeño, no tiene sentido

—No, no lo tiene, pero no sirve de nada seguir pensando en lo que ya paso, solo debo asegurarme que no se vuelva a repetir—dijo con la mano en el puente de su nariz

Un Misterio en BerkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora