Extra: Cerrando Ciclos Y Separación De Caminos

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Un par de años después.

 Hipo tenia su cabeza recostada en mi regazo, yo pasaba mis dedos por su cabello haciendo que este empezara a cerrar sus ojos.

Yo miraba a los gemelos decir sus tonteras, aunque en verdad no escuchaba nada, solo observaba en total calma, una calma que se ha hecho muy amiga mía estos últimos años. Me parecía un poco irónico que extrañara esa adrenalina que me invadía cuando estuve tras "el asesino de las sombras" como lo habían llamado las noticias locales.

Todo seguía moviéndose, pero yo aún pensaba en ello, donde perdí una gran parte de mí, pero llegó otra. Heather abrazaba a Patapez, que tras una difícil conversación y un muffin en la cabeza de ese rubio, al fin tuvieron su primera cita.

Podía tener esta calma para siempre, donde no hay vida o muerte, la gente no depende de un hilo, un hilo donde yo no tenga que buscar su origen y darle final. Podía quedarme así, con Hipo mimándolo, con el mayor drama sería cuando mi tía vendría, pues hasta los problemas con papá se habían acabado.

Tal vez me asustaba está calma, pero realmente no me gustaba, no me gustaba vivir en esa burbuja, yo, sin saber cómo o cuando, me había transformado en un soldado, lista para lo que sea. Una guerrera, y me gustaba serlo.

Un guerrero jamás se acostumbra a la calma.

Sentí que mi mano fue movida, miré hacia abajo e Hipo tomó mi mano con delicadeza y deposito un beso en ella, haciéndome sonreír. Sabía que él no me privaría de lo que quería, ni me haría escoger, pero estábamos tan bien, ¿estaría dispuesta a poner mi relación en riesgo solo por qué la calma no es algo que me emociona?.

—¿En qué piensas tanto?—me preguntó.

—Nada.

Sé que no me creyó.

—Sólo piensa en lo desdichada que va hacer sin nosotros—apareció Brutilda, dando pisotones por el pasto de la plaza, fingiendo ser un gigante.

—Si, puede que Brutilda tenga razón—concedió Heather, luego hundió el entrecejo—. No dije eso, ¿o sí?.

Patapez asintió con una sonrisa.

—El hecho de que se gradúen ya es impactante, tranquila.

—Han acertado—mentí, sentí la mirada de Hipo sobre mí, podía mentirles todo lo que quiera, pero menos a él.

—Por supuesto que hemos acertado, ¿Quién no se entristecería cuando está apunto de perder esto?—flexionó su brazo, sacando a penas un bulto a lo que él llama musculo.

—¿Qué hay de ustedes chicos? ¿Cuándo partirán?—pregunté, tratando de sacarme la mirada penetrante de Hipo.

—Un mes como máximo, sé que hay tiempo, pero queremos conocer la cuidad antes de entrar a la universidad—contestó Heather.

Ambos estudiarían en el extranjero, estaban viendo en Canadá, aun esperaban las respuestas a sus solicitudes. Me alegraba por ellos, era un nuevo capítulo en sus vidas, ya sea como termine.

—Esperamos que me acepten en Western u Ottawa, a partir de ahí veremos donde nos quedaremos—añadió Patapez—. ¿Has tenido suerte, Hipo?

—No, creo que cuando decía que me ibas a mantener iba en serio—me dijo, volví a bajar mi mirada a mi regazo, encontrándome esos bellos ojos, alcé una ceja.

—Ya encontraras algo, enviaras solicitudes y entraras a una buena universidad, tengo fe en ello.

—Y serás la primera en saber, pero en el caso que no suceda, soy delgado, puedo entrar en una maleta, si viene alguien puedo meterme bajo tu cama y le podemos pagar a tu compañera de cuarto por su silencio.

Un Misterio en BerkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora