Capítulo 28: Fantasma Del Pasado

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=Astrid=

Fue justo ahí que me di cuenta de que me volví loca.

—No, no, no—me llevé las manos a la cabeza, conteniendo la estúpida idea de que podía explotar—. Tú estas muerta—la apunté con mi mano temblorosa

La confirmación de mi locura levantó una ceja con una sonrisa tal y como ella lo hacia.

—No era la reacción que esperaba—se rio

La miré de pies a cabeza, lleva justo lo que uso ese día. Le di la espalda controlando mi respiración, empecé a desatar mi trenza esperanzada de que solo este muy apretada y volveré a estar en la soledad de mi habitación.

Cuando mi pelo rubio cayo voltee de nuevo, exhalé hasta mis pulmones al no verla, cubrí mi boca aun temblando y pensando que diablos me pasó.

—Tu querías que volviera—habló de nuevo, con un paro cardiaco me volteó

Mi madre tiene sus manos detrás de la espalda inclinada un poco hacia delante observando mis fotografías pegadas en la pared, ¿Qué tan loco suena eso?, Demasiado.

—No, esto es imposible—negué por decima vez—. Y-yo vi tu sangre, v-vi tu cuerpo al reconocerlo, t-tu estas muerta, mierda, estoy loca

—Has dicho eso muchas veces estos últimos meses ¿no crees, cariño?—apartó su mirada de las fotos y la centro en mi—. ¿No era esto lo que querías?—preguntó con gesto confundido

Mi cabeza divago a todos esos momentos que quise a mi madre conmigo, en los momentos que me sentía sola y aun así me negaba a llorar su perdida, ahora esta ahí, de todas formas negué con la cabeza.

—No me refería a esto, hablaba de una estupidez de como meterme a una maldita maquina del tiempo o yo que sé—moví mis brazos sin saber como formula algo—. No esto

—Vocabulario, Astrid—me reprendió

—Sí, lo siento—bufé y me acerque más a mi cama alistándola para dormir—. Como sea—murmuré

Arropada forcé mis ojos evitado que los abra a cualquier circunstancia, se hace tarde y debo levantarme temprano mañana, de seguro no estará para la mañana y me reiré de mi como toda una demente gozando que en verdad esto es solo parte de un juego malicioso de mi mente.

—¿Q-qué haces?—me preguntó cuando vio que le doy la espalda

—Dormir como cualquier otra persona normal haría—respondí, a pesar de que no la veía sabia que le había dolido, jamás le hable mal

—Pensé que podríamos hablar—dijo con un tono decaído, presione mis labios intentando no voltearme

—Sera mañana

Coloqué una almohada arriba de mi cabeza negándome a escuchar otra palabra, conteniendo todo el impulso de lanzarme a su dirección y llorar como una niña —que es justo como me siento—, me resulta irónico que siempre quise verla de nuevo, hablar con ella, ver su cabello castaño y ondulado acompañada de sus icónicos ojos azules que me heredo, pero ahora no quiero verla, ni escucharla, me recuerda que jamás tendré eso, una conversación que ella tanto deseo cuando consiguiera novio, sus palabras alentadoras para seguir sin saber lo que realmente había pasado en California, sus galletas que nunca me tome la molestia en aprender porque pensé que ella siempre estaría para hacerlas.

Todo eso veía cada vez que la escuche, cada sonrisa que seguro esta tatuada en mi mente, cada mirada tan similar a la mía para mi desgracia que veo todos los días en el espejo, empecé a sudar como si estuviera en una pesadilla que inicio naturalmente como un sueño. Mi respiración se torno más profunda y los destellos blanco por presionar tanto mis parpados desaparecieron y así lentamente me dormí esperando que mañana sea un día mejor.

Un Misterio en BerkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora