18 ; No estas sola

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Abril se había ido, y mayo había llegado, trayendo consigo más preocupaciones a los jóvenes mortífagos; pues a pesar de ser excepcionales, aún no habían logrado culminar la complicada misión que se les había encomendado: Asesinar a su director.

El año escolar estaba a punto de terminar, y el plazo que Voldemort les había puesto, acercándose.

Pero había momentos en que sus preocupaciones se alejaban, en los cuales eran simplemente Draco y Hermione, magos excepcionales; no los mortífagos. Eran momentos en el que ambos sólo eran dos jóvenes que se amaban con locura, que disfrutaban de su amor aunque el mundo se estuviera derrumbando alrededor de ellos. Y este, era uno de esos momentos.

Hermione y Draco se encontraban a la orilla del Lago Negro, sentados bajo la sombra de un árbol. Ella tenía un libro en sus manos, mientras estaba sentada en el regazo del chico. El no leía, a decir verdad ni siquiera le interesaba lo que su novia leyera, el estaba más ocupado observando al motivo de su felicidad soltar sonrisitas tontas al leer alguna frase de aquel tomo.

Cuando Hermione levantó su vista, y ladeo su rostro para mirar al chico, hablo.

-¿Irás a la cena del Club de las Eminencias? -le preguntó Hermione a Draco, con una sonrisilla burlona.

-Ja. Ja. -rió sarcástico el rubio. -Aún no entiendo como es que a Zabini si lo han invitado al club, y a mi no. -le dijo mientras que como un niño travieso, le jalaba un mechón de cabello.

-¡Auch! -se quejó la chica, pues le había dolido el jalón de cabello. Draco sonrió, y como disculpa le dio un beso en los labios. -Cariño, mi querida tía es famosa por haber enviudado siete veces, y sus ex maridos han muerto por causas simplemente... Inexplicables. -terminó con una sonrisa. -¿Crees que Slughorn no quiere al hijo de una mujer tan famosa, en su club? -dijo Hermione.

Draco soltó un bufido, y sonrió.

-Como sea. -dijo restándole importancia. -¿Tú irás? -le preguntó.

-Hmm... No lo sé, tal vez sí. -contestó.

-Bien, entonces le pediré a Blaise que no se separe de ti ni un segundo, he escuchado rumores de que al estúpido de McLaggen le gustas. -dijo Draco, abrazándola por la cintura, posesivamente.

Hermione soltó una risita al escuchar el comentario de su novio, que ni siquiera le molestó, más bien, le causó ternura.

Se volteó quedando sentada a horcajadas de frente hacia el, y mirándole con una sonrisa hermosa. Tomo sus mejillas entre sus suaves manos, y acercó su rostro al de él.

-Draco, yo sólo te quiero a ti. -dijo contra sus labios. -Por mí, McLaggen que se aviente de su escoba. -dijo con seguridad, lo cual hizo sonreír al rubio.

Finalmente, no pudiendo aguantar más, Draco la acercó más a él -si es que eso era posible- y la besó, con toda la pasión y amor que pudiera existir en el mundo, en cualquier galaxia y en todo el universo.

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-Y sus padres señorita Greengrass... -la llamó Slughorn mientras degustaban del postre de la cena del Club de las Eminencias. -¿A qué se dedican?

Y antes de que pudiera responder, cierta pelirroja dijo con odio.

-Se dedican a matar muggles, son unos malditos mortífagos. -al escuchar aquello, todos los jóvenes y el profesor que allí se encontraban, guardaron el más sepulcral silencio. Blaise empuñó su varita con furia bajo la mesa, mientras Hermione le lanzaba una mirada de indiferencia y altivez.

Ya se había acostumbrado a las insinuaciones de las oscuras ocupaciones de sus padres, y aunque fuese cierto, le molestaba en sobremanera que la gente hablara sin conocer los verdaderos motivos. Pero ya había aprendido a controlar su furia.

Hermione ¿Greengrass?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora