20 ; Dos grandes pérdidas

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Las seis de la tarde marcaba el reloj. El clima estaba frío, y grises nubes aún cubrían el cielo. Pareciese que en minutos fuese a oscurecer y a ponerse a llover.

El castillo estaba preparado para despedir una generación más que acogió por siete años.

Jóvenes que desde el primer curso fueron refugiados por los gruesos muros de aquel antiquísimo castillo.

Jóvenes como dos, que por azares del destino tenían que cumplir órdenes para proteger a su familia.

Ambos, iban vestidos de negro, mientras se dirigían a la Torre de Astronomía, a paso elegante, y aunque no lo demostraran, con nervios y miedo... Mucho miedo.

Hermione llevaba un elegante vestido negro palabra de honor, era corto, más arriba de las rodillas y con un poco de vuelo. Sus altos tacones negros sonaban con fuerza cuando chocaban contra el suelo, mientras iban camino al lugar mencionado.

Su pelo rubio lo había alisado aquella tarde y suelto, cayendo con libertad por su espalda. Su maquillaje era en tonalidades oscuras y los labios rojo carmesí.

Se veía completamente hermosa.

Pensaba Draco mientras la observaba caminar. Aquella noche hubiera sido perfecta para ambos, si no estuvieran en camino de asesinar a alguien.

Draco mientras tanto, iba con su ya conocido y admirado andar aristocrático. El llevaba un impoluto traje negro. Completamente.

Sus andares demostraban seguridad, pero sus ojos temor.

Al estar por llegar a la Torre, se tomaron las manos.

Caminaron un poco más, y Draco la tomo por la cintura, deteniéndola.

Le dio un beso en los labios, mientras la abrazaba como si la vida se le fuera en ello.

Después se separó y la miró, regalándole una sonrisa triste.

-¿Sabes que pase lo que pase, siempre te voy a amar? ¿Verdad? -le dijo, mientras la miraba a los ojos.

-Lo sé. -contestó ella, mientras le daba un rápido beso.

Draco asintió, y caminaron con las manos unidas hasta llegar a los pies de la torre.

Subieron las escaleras con lentitud y sigilosamente llegaron hasta la parte superior.

Ahí se les detuvo el corazón por una milésima de segundo.

El anciano director observaba desde arriba de la torre el bello paisaje que aquel lugar le permitía admirar.

Tenía las manos unidas detrás de su espalda, mientras su pelo y sus largas barbas encanecidas se ondeaban con el suave fresco de la noche, porque ya había oscurecido.

El manto de estrellas que se podía admirar desde el lugar, le dio un aspecto triste a aquel momento. Y por supuesto que era un momento devastador. Para cualquiera.

Ambos se miraron asintiendo, y tomaron sus varitas con fuerza, mientras un ligero temblor se apoderaba de sus manos.

El viejo director volteó, mirándolos sin expresión en el rostro, pero con un ligero matiz de nostalgia en los ojos.

-Draco, Hermione. Qué agradable sorpresa. -dijo a modo de saludo, hablando con esa asombrosa serenidad que le caracterizaba.

Ellos lo miraron con aparente altivez.

-Sé a lo que vienen. -dijo el director afirmando.

-¿Ah, si? -preguntó Draco con arrogancia.

El director levantó su varita, pero fue desarmado por la chica.

Hermione ¿Greengrass?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora