Débil

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La luz se filtraba por tus párpados obligándote a despertar

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La luz se filtraba por tus párpados obligándote a despertar. Tu cabeza estaba algo adolorida pero no tanto como aquel dolor punzante que habías sentido.

Abriste los ojos lentamente comenzando a acostumbrarte a la luz, al principio viste todo borroso, pero conforme lograste adaptarte descubriste que te encontrabas en la enfermería. Las camillas se acomodaban a tu alededor, todas bien tendidas y sin nadie en especial que las ocupe. Observaste a un lado tuyo, una mesita de noche y encima suyo una charola llena de frascos con pociones distintas.

-Hey- Escuchaste que te llamaban, conocías esa voz, la conocías a la perfección. No pudiste evitar sentir un dolor en el corazón, como si este se hiciera pedazos. Moviste levemente la cabeza posando en seguida tu vista en aquel chico de cabellos negros y ojos grises. Te miraba con una sonrisa y su expresión era de completo alivio. Mantenía una de tus manos entre las suyas- Ya despertaste- Dijo apretando levemente tu mano para luego llevársela a los labios y dejar un casto beso sobre el dorso de ésta.

Te sentiste realmente mal- Sirius- Susurraste saboreando en tu boca el sonido de su nombre que hace bastante tiempo dejabas de utilizar.

-Aquí estoy, preciosa- Dijo el chico alzando la mano y ahuecando tu rostro en ésta. Cerraste los ojos disfrutando de su tacto, sus manos algo ásperas te recordaban tanto a las noches frías que ambos pasaban abrazados bajo las suaves mantas de algodón. Tus ojos se llenaron de lágrimas de sólo pensar en aquellos momentos.

Un ligero sollozo salió de tus labios- Lo siento- Susurraste- Lo lamento tanto- Dijiste elevando el tono de tu voz tembloroso y roto.

-Pequeña- Dijo Sirius inclinándose para rodearte con sus brazos. Lloraste, lloraste como nunca antes lo habías hecho, a pesar que todo el cuerpo te dolía pasate ambos brazos por el torso del muchacho abrazándote más a él. Las lágrimas te cayeron por las mejillas dejando un rastro sobre éstas, sentías su sabor salado entre tus labios.

El aroma de Sirius llegó a tus fosas nasales como un bofetada sin piedad, habías extrañado su perfume, al igual que sus abrazos. Sus manos acariciaban tu cabello intentando tranquilizarte y susurraba palabras a tus oídos que te relajaban un poco. Tus sollozos se hicieron algo violentos, estabas realmente arrepentida y sabías que el pasado no podía cambiarse. Tus acciones habían roto muchos sentimientos, pero más los tuyos, al saber que perdías a tus verdaderos amigos, que perdías a tu familia.

-Lo lamento demasiado- Decías en medio de los sollozos que eran callados al instante por Sirius.

-Sabemos lo sucedido, sabemos todo lo que pasó. No hay de que disculparse, sólo hacías lo que tus padres te obligaron hacer- Agregó Sirius en un intento de tranquilizarte.

-¡Pero fue mi culpa! Yo dije todas esas cosas sobre ustedes, mis padres jamás me obligaron hacerlo- Lo interrumpiste sollozando más fuerte. Hundiste tus manos sobre la tela de su camisa apretándola fuertemente.

-Lo hiciste para salvarnos- Dijo Sirius con aquel tono amable y cariñoso que tanto te gustaba- De no ser por todo eso, nosotros hubiésemos seguido intentando traerte de vuelta y las consecuencias habrían sido muy malas. Creíste que alejándonos de ti estaríamos libres de las amenazas de tus padres.

-Los herí demasiado- Murmuraste contra su pecho.

-Si, claro que lo hiciste, pero te conocemos bastante como para saber que tus ojos expresan realmente todo lo que sientes- Agregó el chico sin dejar de repartir caricias en tu cabeza. Se alejó un momento sólo para poder verte, pasó las yemas de sus dedos por tus mejillas limpiando el rastro que las lágrimas habían dejado- Nos dolió más el hecho que nos abandonaste, al principio pensamos que fueron tus padres, pero todo aquel teatro muy bien armado nos hizo cambiar de opinión...Me dolió verte irte con aquellas serpientes, ver como Rosier podía abrazarte y yo no, ver como podía tocarte y yo no, me sentía realmente furioso al verlo besarte y darme cuenta que yo no podía ni tocar tus labios más que en sueños...Creí que todo acababa ahí, pero la mirada en tus ojos me decía que había algo detrás de todo eso.
《Desde que llegaste de vacaciones de Navidad con esa sortija, supe que algo no estaba bien. Dejaste de hablarme, hasta de mirarme. Y lo entendí todo hasta que te vi caminar de la mano con ese idiota. Sabía que no era tu culpa, más bien de tus padres, y a pesar que estuve a punto de convencerme que aceptaste por cuenta tuya, tus ojos me dieron las respuestas a todo.

Recordar todo aquello te daban unas grandes ganas de vomitar, de sólo pensar que Rosier llegó a tocar tus labios y tu cuerpo sin tu permiso te hacía sentir enferma y asquerosa. Pensar que por su culpa tú habías terminado en la enfermería debido a que no paraba de decirte lo terrible que te veías con tu cuerpo, te dejaba un amargo sabor de boca. Dejaste de comer por varias semanas simplemente para satisfacer a Evan Rosier, nadie podía ayudarte.

-Sirius, yo nunca dejé de amarte- Decías con ligeron temblores en tu voz- Siempre creí que si llegaba a escaparme de casa...tal vez todo sería como siempre...Pero mis planes se arruinaron cuando perdí a mis amigos por decirles lo idiotas e inmaduros que eran al seguir haciendo bromas, al decir que James era un fastidioso, que Pete siempre estaba en el olvido, Lils era un aburrida cerebrito, que Remy era...-Tragaste saliva sonoramente.

-Shh- Dijo Sirius acariciando tu mejilla con cariño- Remus sabe, al igual que todos, que intentabas protegernos.

-Soy una terrible amiga- Murmuraste para ti misma cerrando los ojos ante el toque del pelinegro.

-Basta, dejemos eso en el olvido, fue algo que pasó, no podemos hacer nada para intentar cambiar el pasado, pero podemos hacer cambios en el futuro- Dijo con una chispa de esperanza. Lo miraste fijamente, confirmaste que el chico lo decía con toda seguridad. Una sonrisa creció en su rostro y para cuando te diste cuenta, los labios del muchacho estaban sobre los tuyos. Extrañaste su sabor, el ligero sabor del cigarrillo y su aliento a menta, lo salado de tus lágrimas se combinaba con aquella explosión de sabor. Ambos movían sus labios a un ritmo perfecto, lento y procurando demostrarse todo lo mucho que se habían extrañado.

-Nunca te olvidé- Murmuró Sirius sobre tus labios tan sólo se separaron para tomar oxígeno.

-Yo tampoco- Respondiste de igual forma mordiéndote el labio inferior. Con una simple mirada ambos sabían que todo iría bien, la tortura para ti había acabado y sabías que tus amigos te esperaban de nuevo con los brazos abiertos.

Sirius Black One-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora