Unos columpios se movían suavemente a las 5:21 pm, se podía escuchar el tarareo alegre de una pequeña niña sentada en uno de ellos. Tenia un hermoso cabello rubio con moños rojos a los lados de su cabeza, estaba sola sentada mientras se movía de lado a lado en el juego del parque.
Otra pequeña llego esta vez luciendo diferente, tenia el cabello morado con una muy pequeña cola de cabello en crecimiento. Un pequeño animalito posaba sobre su hombro siendo un periquito pequeño que voló hasta la rubia para acariciarle el cabello con su cabeza.
Eran las jóvenes Ayano y Kyoko de tan solo 6 años.
-Gracias por esperarme. - Dijo la pequeña Ayano.
-No te preocupes, no llevo acá mucho tiempo. - Conto la joven Kyoko acariciando el ave.
Estaban columpiándose mientras jugaban con el pequeño animal de la pelimorada, no decían mucho entre si.
-¿No tienes amigas? - Pregunto la rubia.
-No soy muy buena haciendo amigos. ¿Tu tienes amigas? - Pregunto la otra chica.
-Tengo muchas amigas, Akari es un poco extraña pero es buena persona. Yui la conozco desde que eramos mas jóvenes y somos mejores amigas y una niña con dos grandes moños que solo pude ver una vez, aunque hubiéramos sido buenas amigas.
El pequeño ave parece saber mucho de lo que pasaba y huye de las dos chicas, ellas comenzaron a perseguirlo por todo el parque sin parar. Saltaban para tomarlo con llamados cariñosos y asustados por si se volvía a desaparecer, siendo era inevitable que ambas se entristecieran y se pusieran a llorar ahí mismo en el parque publico.
Los llantos sin parar de las niñas fue suficiente para que el pequeño animalito bajase del árbol hasta el cabello de su ama joven.
-¿N-no te vas a ir? - Pregunto la niña de cabello morado entre lagrimas.
El ave hizo un sonido con su boca y se puso a moverse chistosamente provocando que el llanto de las niñas parara cambiándolo por risas contagiosas para el que las viera.
Hoy a la joven Kyoko no la acompañaban sus amigas como de costumbre, no sabia el porque pero no le importaba mientras esa chica que conoció por casualidad la estuviera acompañando en el día de hoy. Ya que era un día especial para la rubia.
Estamos hablando de san valentin...
Decidieron ir a pasear por el parque hasta que llegara el tiempo para irse, como cualquier persona no pudieron resistirse a la tentación de comer algo y gastaron el dinero que le habían dado sus padres en golosinas y helados para ambas. La joven Ayano se congelo el cerebro por evitar que se le cayera el helado de chocolate terminando en el suelo con grandes jaquecas con su periquito comiéndose lo que al final cayo al suelo.
-M-mi helado... - Comenzando a llorar.
La pequeña rubia no sabia como hacerla dejar de llorar hasta que vio su helado.
-No llores, podemos comer las dos de este. - Señalando el suyo.
-¿E-enserio? ¿Puedo comer de tu helado? - Pregunto.
-¡Claro! Eres mi amiga y a-ademas no me importaría.
Una situación un poco inusual estaba pasando en los bancos del parque, con una cuchara ambas estaban comiendo después de la otra sin dirigirse la mirada porque sentían algo extraño al mirarse.
-T-tengo que ir al baño un momento. - Comento Ayano.
La pequeña Kyoko volvió a quedar en el parque con el periquito de su amiga en su hombro tarareando la misma canción del inicio...
Pasaban los minutos donde ella se encontraba columpiándose sola en dicho lugar sin ver señales de su amiga nueva, sin embargo no se preocupaba porque sabia que volvería por su animal que tanto quiere.
Esta vez había pasado mas de unos minutos, no sabia cuanto tiempo llevaba sin verla y la preocupación recorría su cuerpo pensando que algo le había pasado. Se levanto rápidamente para buscarla y por suerte la vio corriendo hacia ella con una sonrisa sujetando una caja en la mano.
-¡Oyeeee! - Grito la pelimorada.
Que mal momento para que una pequeña roca estuviera en el suelo, justo lo que quería evitar sucedió y tropezó aplastando la frágil caja con su cuerpo. Se levanto adolorida buscando lo que tenia en sus manos pero ya no estaba, se encontraba aplastado en el suelo...
-¡Aaaah no llores! cálmate. Cálmate. - Dijo Kyoko limpiando a su amiga.
-Y-yo solo quería darte un regalo de san valentin...L-lo arruine por ser tan despistada. - Hablo Ayano.
La caja contenía algunos chocolates que compro fingiendo ir al baño, la rubia abrió la caja y vio todo aplastado con la caja. Aunque aun así no la detendría de lo que haría A continuación.
-¿Q-que haces? No te lo comas, están sucios.
La pequeña rubia se estaba comiendo los chocolates aplastados ella sola, su amiga trataba de detenerla siendo imposible porque estaba decidida de hacerlo hasta terminarlo.
-Esta bien, aun son comestibles. Toma. - Extendiendo un poco del dulce con su mano.
Dudo por unos momento sobre si lo que estaba haciendo era lo correcto, acercando su boca hasta la mano de su amiga toma el chocolate con su boca.
-Si están buenos.
-¿Verdad que si? Gracias por traerme algo tan rico. Yo...¡Ah! tengo esto. - Entregando algo que tenia en su cartera.
Un pequeño libro que tenia instrucciones como cuidar animales ya que pensaba pedirle un perro a su madre para que la acompañara cuando estuviera sola.
-Puedes ayudar a tu periquito si lees eso. Es todo lo que puedo darte ahora mis-.
Ayano abrazo a su primer amiga con mucha emoción mientras trataba de no llorar de la emoción, no la soltaba ni que estuvieran en el suelo ambas ensuciándose por la arena de los juegos.
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Aunque aquella chica del animalito tenia razón al desconfiar de comer ese chocolate del suelo, ambas se enfermaron por intoxicación al no hacer caso a las indicaciones de higiene. Aun con esos dolores de estómagos fuertes no olvidaban lo que ocurrió el día anterior con una sonrisa...
Lamentablemente esa fue la ultima vez que se vieron, la familia de Sugiura Ayano se movió a otra zona de la ciudad donde no podría acercarse a ese parque de nuevo por muchos años. Hasta la actualidad.
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-¡Toshino Kyoko! - Grito la vicepresidenta del consejo.
-Me vienes a dar chocolate Ayano-chan. - Comento la rubia con voz melosa.
-¡¿Eh?! P-pues...Estas de suerte, compre algunos chocolates para mis amigas y sobraron algunos.
Al tratar de entregárselo se enreda con sus pies y cae sobre el chocolate aplastandolo en su caja con el peso de su cuerpo..
-Oh, C-comprare uno nuevo para compensarlo. - Dijo Ayano.
-No es problema para mi.
Recogiendo los restos de chocolate del suelo se dispone a comerlos frente a la sonrojada Ayano. Ambas en ese momento sintieron una sensación parecida a un deja-vu y se observaron a los ojos...