Capitulo 34

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Mi final feliz con Lauren Jaurengui Cabello para siempre

POV. Camila

Marzo de 2029- Bonita Springs, Florida

Poco a poco, abro los ojos y veo los pequeños rayos de luz dorada bailando sobre la cama que comparto con Lauren desde hace casi una semana en una hermosa y acogedora casa a la orilla del mar que alquilamos con la intención de pasar nuestra segunda luna de miel.

Ayer, cuatro de marzo, ella cumplió 45 años, quince de los cuales han sido compartidos conmigo.

Me pongo de lado y apoyo la cabeza en la mano para observarla mejor y la veo roncar bajito. Sus cabellos, más Claro, ahora tienen un tono plateado, que la deja tan parecida a su madre, quien se ha quedado cuidando a los nietos, que ahora tiene catorce años, pero que, a pesar de ser ya unos adolescentes, adoran pasar tiempo con sus abuelas, que tampoco se cansar de mimarlos.

Vuelvo a centrar mi atención en Lauren, dándome cuenta de las pequeñas marcas de expresión en su rostro que denuncian su madurez, sin embargo, le dan una aurea aún más etérea, dándome la impresión de que nada, ni la vejez, será capaz de corromper la belleza natural de mi mujer. Como si presintiese que vigilo su sueño, ella se mueve en la cama y lentamente, abre las esperas pestañas, abriendo una lenta y bonita sonrisa al verme despierta.

-Buenos días, esposa mía- murmura, la voz enronquecida y de letargo, mientras se estira, haciendo que las sábanas desciendan revelando su cuerpo aún tan vigoroso.

-Buenos días, mi amor- respondo, acercándome más, atándome a ella Verla así, tan linda y relajada, me provoca el mismo efecto de quince años atrás: siento mi cuerpo crepitar de deseo y ansío su toque delicadamente salvaje, quiero sentir su cuerpo pegado al mío, restregándose a mí, mojándome de sudor, llenándome entera...Y, después, cuando ya estuviera muerta, exhausta de cansancio, quiero que ella me acoja y me deje reposar en el abrigo de sus brazos.

Sin darle oportunidad a que salga de la cama, me subo encima de ella, y busco el contacto de nuestros labios. Ya hace algún tiempo que hacemos el amor y, por más que entienda que los años tienden a enfriar el ímpetu de una pareja enamorada, no tenemos que eludir completamente el sexo solo porque hoy seamos dos mujeres de mediana edad.

-Hum...¿qué fuego es ese, amor?-me pregunta, cuando suelto sus labios y le ataco el cuello, rozándome en ella.

-¡El fuego de siempre!- respondo, sentándome sobre su abdomen y cogiendo sus manos, haciendo que las cierre sobre mis pechos -¿Está mal que una mujer quiera hacer el amor con su esposa?- la atizo, sarcástica –Es más, ¿la esposa recordará cómo se hace eso?- continúo, moviéndome encima de su vientre.

Sus brazos se cierran alrededor de mi cintura y ella se yergue, quedando cara a cara conmigo

-No solo lo recuerdo, como la última vez que lo hicimos, recuerdo que te quedaste una semana dolorida, diciendo que ya no tenías edad para "ciertas" posturas- rebate, reteniéndome con una de sus manos, mientras los dedos de la otra se enroscan en mis cabellos, echando suavemente hacia atrás mi cabeza.

-Pero eso fue hace mucho tiempo, recuerdo que tenías 49 en ese momento- no consigo parar de provocarla y la oigo gruñir, antes de atacar mi cuello, mordiéndome con fuerza.

Grito e intento soltarme del brazo que retiene los míos a mi espalda, pero ella no parece interesada en liberarme, y la boca que antes maltrataba mi cuello, ahora se cierra, mojada, alrededor de un pezón, chupándolo desde la base hace la punta, dejándolo dolorosamente endurecido.

-Ahhh...-suelto un gemido ronco, cuando ella traza círculos con la lengua sobre el otro pezón, antes de succionarlo con precisión

-¡Miren quién está ronroneando como una gatita!- me incita, abandonando lo que hacía y volviendo a mirarme, aún agarrándome por los cabellos.

La historia de Lauren Donde viven las historias. Descúbrelo ahora