1. Nada extraordinario.

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Beth

La vida en un pequeño pueblo es aburrida, un pueblo donde todos se conocen y donde todos te sonríen cuando te ven, hay 3,576 habitantes y conozco a la mayoría por su nombre.

En los casi 18 años que he vivido aquí, lo más interesante que ha pasado es el envenenamiento de gatos que sucedió la semana pasada, Y puedo asegurar que es el caso más grande que ha tenido la policía del pueblo, la verdad es que la policía aquí no es necesaria.

Y lo peor es que a pesar de que es el único caso aún no han podido resolverlo, lo que me hace agradecer que nada suceda por aquí.

Por otro lado, yo sospecho del señor Harris un viejo amargado que vive a dos casas de la mía que parece odiar cualquier cosa, si yo fuera parte de la policía ya lo habría investigado.

En fin, acerca de mi vida no hay mucho que contar, tengo unos padres que me aman, los cuales también quiero, tengo buenas notas en la escuela, tengo una increíble pero extraña mejor amiga y una vida cómoda.

¿Perfecta? Por supuesto que no, no soy para nada perfecta. Me veo horrenda en las mañanas, me canso al bajar mis escaleras, tengo el pelo marrón más común del mundo y los ojos del mismo color.

De lo que si estoy orgullosa y no me avergüenza decirlo, es de mis calificaciones. Admito que suelo ser un poco nerd a veces, me obsesionan las cosas perfectas, más bien me obsesiona hacer las cosas perfectas.

Y un defecto muy grande es que cuando algo está mal, no puedo evitar entrometerme.

Soy un tipo vengadora, defensora del más débil o algo así. Me he metido en varios problemas por eso, aparte de que soy muy entrometida y no puedo ocultarlo, eso se lo debo a mi madre.

Aunque amo el lugar en el que vivo, admito que sueño con salir de aquí algún día.

Soy una chica normal, en un pueblo en el que nada extraordinario sucede.

Ese día desperté como siempre a las 6:00 a.m. apague mi despertador, me duché, me cambié y bajé a desayunar con mis padres.

-Buenos días.-dije al bajar.

-Buenos días, cariño.- me contestó mi madre desde la cocina.

Me senté en la mesa donde ya estaba mi padre desayunando.

-¿Presentarás el examen de admisión para Harvard?-me pregunto.

-Es una de mis opciones, sí quiero ser una buena doctora tengo que estudiar en la mejor.

-Lo harás increíble.- me animo mi madre.

Estudiar medicina había sido uno de mis sueños desde que era una niña el poder ayudar a las personas el poder hacer cosas increíbles con mis manos era algo que deseaba.

Note que mi madre miraba por la ventana hacia la casa de enfrente.

-¿Se están mudando? – pregunté.

-Sí, es una familia. Parece que tienen dinero, han traído puros muebles lujosos.

Mi madre era muy… Comunicativa, le gustaba enterarse de las cosas, era como tener un periódico personal. Muchos dicen que me lo heredó, solo que yo no sé quedarme tranquila

-Me voy ya.- dije tomando mi mochila.

-No llegues tarde.-me grito cuando salí.

Me gustaba ir en bicicleta a la escuela, era refrescante, además que podía ver si había algo nuevo o diferente en el pueblo.

Antes de partir a la escuela di un pequeño vistazo a la casa de en frente. Mi madre tenía razón, las cosas que bajaban del camión de mudanza se veían muy costosas, trate de ver quiénes eran los dueños, pero solo veía trabajadores.

LOS DAGGERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora