4. Advertencia.

197 38 51
                                    

-Bienvenidos al pueblo. – le dije a Eider extendiendo el pastel.- mi madre cocino esto como bienvenida

Sonreí de la mejor manera que pude, pero él seguía con su fría y amargada mirada de siempre. Al ver que no hablaba, ni se veía la más mínima reacción, volví a hablar.

-¿Podemos pasar? – pregunté.

--No.- respondió secamente.

-¿Por qué no?- insistí.

-Vuelve a tu casa Beth- me dijo queriendo cerrar la puerta.

Pero como yo nunca me rindo, metí el pie.

-¿Ni siquiera me aceptarás el pastel? – le pregunté.

-Beth, vámonos.- me dijo Rachel.

-Escucha a tu amiga.- me dijo Eider e intento cerrar la puerta.

-¿Quién es? – pregunto una mujer desde adentro.

- Nadie.- respondió Eider.

-Hola.- dije rápidamente para que la mujer me escuchará.

Eider me miró enojado y apretó los labios.

La mujer abrió por completo la puerta.

-Hola, chicas.- dijo con una gran sonrisa.

-Hola, trajimos un pastel de bienvenida.- dije entregándole el pastel.

-¿De verdad? Que delicioso se ve- dijo sin perder su sonrisa.

Ahora que la observaba podía notar el gran parecido que tenía con ambos hermanos.

-¿Quieren pasar?- pregunto y yo no dude en asentir y dar un paso hacia adentro.

-Gracias por la invitación.- dijo Rachel.

Yo no perdí ni un segundo en observar toda la casa, la cual era hermosa. Había cosas que llamaban atención por todos lados, cuadros extravagantes adornos extravagantes, pero sin perder ese toque sencillo y acogedor.

Mis ojos y mi cerebro actuaron rápidamente y no perdí ni un rincón de la casa, en segundos traté de encontrar algo que me pareciera extraño, algo que justificara mi “obsesión” como decía Rachel.

-No me he presentado.- dijo la mujer.- mi nombre Rosalín madre de Eider y Edan.

-Soy Beth y ella es Rachel. – dije.

- Mucho gusto, Gracias por el pastel ¿Lo hizo tu madre? – dijo dejando el pastel en la mesa.

-Si, le gusta cocinar.- dije sonriendo.

Ni yo me la creo.

-¿Ya se conocen?- le preguntó a Eider.

Hasta ahora no había notado que Eider permanecían de pie cerca de la entrada observándome fijamente.

-Solo nos vemos en clase.- respondió.

-Hemos hablado un par de veces, también he hablado con Edan.- le dije a Rosalín.

- Me alegra, no suelen convivir mucho.- me djio sin perder su sonrisa la cual me recordaba mucho a Edan.

Hubo un silencio incómodo y Eider seguía sin quitarme la mirada.

-Tiene una hermosa casa.- dijo Rachel obviamente incómoda.

-¿Por qué no abren sus cortinas?- dije rápidamente.

Rosalín me miró extraño y Rachel me pellizco el brazo.

-Perdón si es una pregunta extraña, pero se me hace algo raro que en un día tan soleado y bonito como este, tengan sus cortinas abajo. – dije sonando natural.

LOS DAGGERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora