2. Hermanos.

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Mi respiración era un asco, los latidos de mi corazón se escuchaban a la distancia. Corría entre los árboles tratando de no chocar con ellos.

Lo sentía atrás de mí.

Pisándome los pies, sentía que en cualquier momento me alcanzaría. Tropecé y caí al piso, las hojas se enredaron en mi cabello, me arrastré para intentar levantarme. Una mano se posó en mi cabeza y me levanto del piso jalándome del cabello.

-NO POR FAVOR.- grité, pero mi voz se escuchaba tan débil.

Entonces el rostro que hasta ahora había sido una sombra, salió a la luz.

-Debiste huir.- me dijo el chico de mirada fría.

Mi grito fue desgarrador y lleno de miedo.

Me encontraba en mi cama sudando y temblando, tarde unos segundos en volver a la realidad y entender que estaba a salvo.

Mi respiración poco a poco fue calmándose. Mire el despertador que marcaba las 4:00 AM.
Volví a acostarme, jamás había tenido un sueño tan raro y tan real. Apenas lo conocía y ya soñaba con él.

Trate de volver a dormir, pero me fue imposible, tenía una sensación que me molestaba. Ni siquiera me di cuenta cuando el sol salió y ya era hora de levantarme.

Fui directo al baño donde me lleve un tremendo susto.

-Que horror.- dije al ver las ojeras que se marcan en mi rostro.

Me vestí con lo primero que encontré y salí, de nuevo eche un vistazo a la casa de enfrente. Todo seguía igual, las cortinas cerradas por completo y ninguno de los carros estaba.

Llegando a la escuela fui a mi salón, al entrar me sobré salto ver a Eider en nuestro escritorio. Me acerque y me pare a un lado de él, lo único que hizo fue moverse un poco para dejarme pasar a mi asiento.

Me sentía de lo más incómoda del mundo, desvíe la mirada hacia la ventana y me concentre en las aves que estaban en el patio de la escuela.

-¿Qué es lo que ves? - me pregunto de repente tomándome por sorpresa.

-¿Me dices a mí? - le dije confundida.

- ¿Tú que crees? Soy Eider.- me dijo viéndome a la cara por primera vez.

- Beth.- le dije.- Solo me sorprende que decidas hablarme por primera vez. Me gusta ver los pájaros.

-¿Qué tiene de interesante eso? Siempre te quedas como idiota viendo a la ventana.- me dijo.

- Pues así como yo no juzgo tu manera de actuar con tu cara amargada, tú no juzgues mis gustos.

-¿Sabes por qué no te hablo? Porque sé exactamente quien eres. - me dijo acercándose a mí.

-¿A si?- le dije sin titubear.

- Sí, eres la niña que todos quieren en este maldito pueblo, la niña consentida de tus padres y la chica que sueña con huir, pero le teme a hacerlo.- su voz fría me causaba escalofríos.

-No sabes nada de mí.- le dije sin dejar que me hiciera sentir menos.

- Te equivocas, eres fácil de leer. Sin mencionar que eres una acosadora pervertida.

-¿Qué sucede contigo? Apenas me conoces ¿y ya crees que ya sabes todo de mí?- le dije.

Se acercó a mí lentamente.

-Tú eres lo que me sucede.- me dijo al oído.

Eso me dejó confundida y sin palabras. ¿Cómo podía hablar con tanta seguridad de alguien con el que lleva unos segundos hablando?

LOS DAGGERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora