20. No pierdas el control.

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Beth.

—No entiendo.- dije confundida.

Todo esto era demasiado, mi vida había dado un giro de ciento ochenta grados en muy poco tiempo. Comenzó con la curiosidad que nació en mí por estos hermanos, los problemas en los que me metí, lo mucho que me involucre.

Después Lizzy, muerta por un supuesto suicidio, cuando mi testimonio decía lo contrario. Y Oliver, Oliver estaba muerto.

Ahora estos dos hermanos frente a mí me cuentan una historia como si fuera sacada de un libro, una historia que dicen que también es mía, pero en mi memoria no hay nada. Alguien nos secuestró, mato a su hermano y yo maté a su hijo.

No podía creerlo.

—No intenten jugar conmigo.

—Te dije que sería difícil convencerla. – le dijo Edan a Eider mientras se tiraba en el sofá.

—Silo queremos que sepas la verdad, así no estarás en peligro constante.

—El peligro lo trajeron ustedes. – Les grité. —Antes de que llegaran aquí no pasaba nada importante.

—No tienes idea de lo fácil que es hacer parecer que todo está bien.- me dijo Edan.- Miramos a nosotros, acabamos de enterrar un cuerpo y todo está en perfecto estado.

—No la confundas.- le dijo Eider.

Los dos parecían no soportarse.

—No hablan de cualquier persona, la persona que dicen que los secuestro es el alcalde, ha vivido aquí por muchos años.

—El bueno y generoso alcalde Conrad.- dijo Edan riéndose ligeramente. — es un maldito demonio.

—¿Y ustedes no los son? – les pregunté.

—Lo somos. -contento Edan.— Pero nunca lo pedimos.

—No siempre fuimos así.- continuo Eider. – tú nos conociste cuando aún éramos solo niños intentando sobrevivir.

Estaban logrando convencerme, por más loco que sonara había una parte de mí que quería llorar cada vez que pensaba en lo que sufrieron. Siempre sentí que una parte de mi vida me faltaba, siempre sentí un hueco y nunca me sentí normal.

—Los ataques de pánico que tienes, ¿Hace cuánto suceden? – me preguntó Edan.

—Tenía años que no sucedía, comenzó cuando ustedes llegaron.

—Es la parte de ti que intenta recordar. – Edan se acercó a mí. — que suerte tuviste, es como si tu cerebro se hubiera apagado en cuanto saliste de ese sótano, pero nada continúa oculto por siempre.

—No recuerdo nada, mucho menos a ustedes.

—¿Segura? Porque desde que llegamos a este pueblo estuviste muy interesada en nosotros.

—Beth, está bien si no nos crees.- me dijo Eider. — pero ahora que sabes que esto es peligroso, mantente lejos.

—¿Cómo escaparon? – pregunté

—Después de la muerte de Eitan ninguno queríamos estar más tiempo en ese lugar. Queríamos que muriera de la manera más cruel posible. – dijo Edan.

«Sabíamos que la única manera de escapar era asesinándolo. Mi madre había estado planeando una manera de escapar por mucho tiempo y un día se le presento la oportunidad. Incendio la cabaña, quemó todo lo que había y casi no logramos salir, fue una noche horrenda.

Es sus ojos podía ver qué revivía todo lo que había pasado, reflejaba la ira y tristeza.

«Cuando por fin logramos llegar con la policía nos escucharon, no dieron cobijo y buscaron al maldito de Henry entre los escombros, al final lo dieron por muerto, sin cuerpo, sin ninguna pista lo dieron por muerto.

LOS DAGGERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora