10. Sin salida.

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-¿A dónde iremos?- le pregunté cuando empezó a conducir.

-¿Si te digo que es una sorpresa dejaras de preguntar? – sonrió mientras miraba el camino.

-No me gustan las sorpresas.- le dije sin dejarlo de ver.

¿Qué era lo que quería?

-Esta va a ser una gran sorpresa.

-¿Y si no me gusta?- pregunté.

-Eso no importará.- volteo a verme.

No me sentía asustada, Edan no me hacía sentir eso. Estando con él me sentía en riesgo, pero esa clase de riesgo excitante, que hace que un escalofrío recorra tu cuerpo.

-¿Quién es el hombre que estaba en tu casa?- le pregunté.

Volteo a verme rápidamente antes de volver la mirada al frente.

-Por cierto, ¿Qué hacías espiando por mi ventana?

-Los vi sacando un bulto de la camioneta.- no me sentía con miedo de preguntar.- ¿Qué era?

-Es verdad que eres muy metiche.- me dijo con una sonrisa.

-El hombre les dijo que se deshicieran de eso, ¿Qué fue lo que hicieron?

Volvió a sonreír.

-Deja de sonreír y responde.- perdí la paciencia.

Dejo de sonreír, pero no aparto la mirada de enfrente.

-Si no me das respuestas tendré que obtenerlas yo sola.- le dije observándolo.

Sus manos apretaron el volante y tenso la mandíbula.

-No lo hagas Beth.- me dijo volteado a verme.- no te conviertas en un problema.

-¿Un problema para quien?

Abrió la boca, pero la cerró, tragándose las palabras.
No parecía que me respondería, ya comenzaba a sentirme como una inútil.
Volvió a mirar al frente, y su rostro se tensó

En segundos Edan freno de golpe para evitar estamparse con un carro que estaba parado en medio de la carretera. Por lo repentino que fue me golpeé la cabeza contra el tablero del coche. Al mismo tiempo que freno giro el volante causando que este derrapara.
Gracias al golpe los oídos se me aturdieron y la cabeza me daba vueltas.

Lo que pasó después fue demasiado rápido, jamás pensé que esto terminaría así. Me sangraba la nariz, y la cabeza me daba vueltas. Estaba en medio de una carretera, un carro se encontraba atravesado en medio. Voltee a un lado para ver a Edan, él también sangraba.

-Edan.- dije con voz débil.

-¿Estás herida?- me preguntó.

El volteo a verme, su sonrisa había desaparecido. Me observo por unos segundos y después volteo hacia el carro que estaba atravesando.

Tenso su mandíbula y apretó los puños.

-Quédate aquí.- me dijo y abrió la puerta.

-¿Qué…?- me sentía débil, aunque hubiera querido no hubiera logrado bajar.

Bajo del coche y camino hacia el carro, se veía furioso. Mi vista estaba borrosa, me impedía ver claramente.

Otro hombre bajo del coche que continuaba en medio de la carretera.

En cuanto Edan se acercó le tiró un golpe, este retrocedió por el impacto, pero no tardó en devolvérselo. Comenzaron a golpearse entre ellos, entonces logré ver quién era.

LOS DAGGERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora