18. Instinto protector.

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Presente.

Edan

—Duramos un año entero en ese maldito sótano.- no pude evitar reírme.




—¿Qué es lo gracioso? – pregunto Beth.


—Durante ese año solo veíamos a nuestra madre algunos minutos al día, y eso solo si Henry estaba de buenas.

«Si hacíamos cualquier cosa que le molestará nos esperaba una paliza, pero con el que más se desquitaba era con Eitan, lo odiaba especialmente a él.


—No son necesarios los detalles.- me dijo Eider.

—Por supuesto que lo son hermano, la verdad es que es una gran historia, ¿Por qué no nos dedicamos a escribir un libro? Nos hubiera ahorrado tanta miseria.


Era divertido ver cómo Eider se esforzaba por mantener sus emociones en control, tomando en cuenta que muchas veces esas emociones fueron las que nos arruinaron.

Beth permanecía atenta a cada uno de nuestros movimientos, sabía que le encantaba esto, el misterio, la adrenalina.



—Continuando con nuestra historia Beth, que muy pronto se volverá tuya.- agregué. — No nos mataba de hambre, ese es un punto a favor, pero por todo ese año lo único que vimos fue nuestros rostros y las cuatro paredes que formaban ese sótano.





Hace 9 años…


—¿Cuándo saldremos de aquí? – le pregunté a Eitan de nuevo.



—Pronto lo haremos, lo prometo.




—No prometas algo que no puedes cumplir.- le dijo Eider. — Estás encadenado a la pared, no puedes hacer nada.




Eider se había vuelto muy negativo y eso no le gustaba a Eitan.

—Ese hombre va a tener lo que merece y nosotros nos iremos de aquí. — Eitan se acomodó la cadena por encima del pantalón para que no le lastimará el tobillo más. — Tenemos que creer que va a ser así, la vida no puede ser tan cruel.





A diferencia de Eider yo si creía en Eitan, confiaba en él.






—¿Nos cuentas otra historia? – le pregunté.





—Lo haré mientras duermen, ya es hora.- nos dijo y yo recosté mi cabeza sobre sus piernas.

Eider se acercó un poco, pero guardó su distancia.

Dormí mientras Eitan nos contaba una historia de otra de sus aventuras, cuando abrí los ojos me encontraba en un campo grande lleno de flores y juegos, mi madre estaba en el piso sobre una manta y me llamaba para comer unos deliciosos sándwiches, cuando me acerqué a la manta había una gran pila de carritos esperando por mí a un lado de mis hermanos.







Desperté por el ruido de las cadenas de Eitan.





—Tuve un sueño increíble.- le dije poniéndome de pie.






—¿Qué fue?



—Comíamos sándwiches con mamá y jugamos con miles de carritos y…






—Callate Edan, intento dormir.- me dijo Eider.





—No estoy hablando contigo.- le respondí, siempre intentaba llevarme la contraria.





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