8. Locura.

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Todo se sentía raro, la escuela ya no me parecía la misma.



Caminaba por el pasillo mientras todos me veían, susurraban cosas y me señalaban. Al acercarme a mi casillero noté el de Lizzy, que estaba a unos metros del mío. Flores por todos lados, velas y letreros con frases.

Me detuve frente a él, una foto de Lizzy estaba en el centro, se me hizo un nudo en la garganta y el coraje aumento en mí. Leí un par de letreros, las frases de algunos me llamaron la atención, "Abraza la vida" "tu familia te espera en casa".




-Beth.- me dijo Rachel caminando hacia mí.


-Hola.




-¿Por qué no me dijiste que venías? Creí que te quedarías en casa.



-Quiero estar ocupada.- le contesté.





Volteo hacia el casillero.




-Pobre Lizzy, era buena.- dijo.



-¿Por qué pusieron esos letreros? No es como si ella hubiera querido morir.- dije.




-Debió ser la escuela, no le des importancia.




¿No darle importancia? Lizzy había sido asesinada, no podía no darle la importancia que se merece.



Me contuve de decirle a Rachel lo que pensaba. No quería que ella se preocupara por mí.




-Voy a la cafetería antes de ir a clases. - le dije y caminé.




En realidad no quería ir a la cafetería, solo quería alejarme lo suficiente para calmarme y pensar las cosas.




Sentía que todos me observaban, sentía que todos en la cafetería me señalaban. Caminé hacia el mostrador sintiéndome la más rara de la escuela.




-Un jugo de naranja por favor.- le dije a la cocinera.



Saque mi dinero para pagarle lo extendí, pero ella no lo recibió. La volteé a ver, ella me miraba fijamente.



-Tú encontraste a Lizzy ¿Cierto? - me dijo.



No respondí. Sus ojos no se apartaron de los míos.



-¿Le hiciste daño? - me pregunto de pronto.



El aire me comenzó a faltar.




-¿Qué? Yo jamás le haría daño.- dije sintiendo como si ahogara.




Comencé a tener un ataque de pánico, mis manos comenzaron a dudar y respirar me resultaba imposible.
Salí de la cafetería casi corriendo, al respirar el aire libre comencé a calmarme. Me senté para dejar de temblar, sentía frío.




Al alzar la mirada me calmé inmediatamente, los hermanos Dagger bajaban del mismo carro y se dirigían hacia la entrada.




Caminé hacia ellos, ya no me importaba si me tomaban por una loca acosadora, ya no me importaba lo que dijeran de mí.




Los dos caminaban uno al lado del otro, yo iba detrás de ellos tratando de alcanzarlos.




No tenía idea de que diría, ¿lo acusaría directamente o solo le preguntaría qué hacía en ese lugar? Extendí la mano para tocar su hombro, pero justo en ese momento la Sheriff salió llamando mi atención.



LOS DAGGERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora