Jungkook se había asustado ¿qué demonios le sucedía a Taehyung? ¿Estaba volviéndose loco o qué?
Fue rápidamente hasta la recepción dónde Jimin lo esperaba sentado en uno de los sillones del lugar.
—Tardaste mucho, ¿estabas maquillándote? —Bromeó el mayor.
—Que gracioso, ¿nos vamos?
— ¿Por qué tanto apuro?
—Quiero llegar a casa, voy a estudiar.
— ¿Qué? —Jimin parpadeó varias veces. —Creo que no estás bien, ¿tienes fiebre o algo?
—Imbécil. —Dijo Jungkook entre dientes. —Vámonos de una puta vez si ya acabaste de firmar los malditos papeles.
—Tranquilo pequeño.
—Te odio.
—Lo sé.
Jimin y Jungkook salieron del hospital y subieron al coche de Jimin.
—Abróchate el cinturón Jungkook. —Ordenó Jimin.
— ¿Estás hablando enserio?
—Muy enserio.
Pero Jungkook no obedeció.
— ¿Debería abrocharlo por ti?
—No te atrevas Park Jimin.
— ¡Qué malo! —Dijo con fingida ternura. —Lo siento, si tenemos un accidente la responsabilidad recae en mí y no gracias, no quiero eso. —Se inclinó hacía el asiento de Jungkook y jaló del cinturón de seguridad, rodeó la cintura de Jungkook y lo colocó en su lugar ajustándolo fuertemente. Subió su mirada y se dio cuenta de que Jungkook lo estaba observando, como si esperara que Jimin hiciera algo. — ¿Quieres que te bese?
—Sí. —Respondió el menor.
Debía ser sincero, Jimin pensó que Jungkook lo golpearía después de haberle preguntado eso. Pero qué más da. Se humedeció los labios y prosiguió a tomar los del menor, quien rodeó su cuello con los brazos y Jimin lo tomó de la cintura. El beso duro unos diez o más minutos.
Acto seguido se separaron debido a la falta de aire.
— ¿Por qué te detienes? —Preguntó Jungkook al ver que Jimin encendía el auto.
—Porque debemos ir a casa.
—No voy a follar contigo.
— ¿Quién dijo que quería follar contigo? Idiota.
— Te necesito, joder. —Jungkook imitando la voz de Jimin. —Admítelo.
—Está bien, lo admito, quiero follarte hasta que pierdas el conocimiento y si es posible te partiría en dos. ¿Contento?
—Sí. —Jungkook estaba más rojo que un tomate, quería que la tierra lo trague.
—Bien.
El viaje estaba siendo eterno, parecía que no llegarían más.
— ¿Puedes conectar mi celular al radio? —Preguntó Jimin.
—Hazlo tú. —Respondió Jungkook.
— Si quieres morir entonces soltaré el volante y conectaré yo mismo el celular.
—Dame el maldito celular.
—Está en el bolsillo delantero de mi pantalón, sácalo.
— ¿No puedes hacerlo tú?
—No debo soltar el volante.
—Estúpido. Idiota. Imbécil. Jodidamente tarado. —Decía Jungkook por lo bajo.
—Dientes de conejo.
Esas palabras resonaron en la mente de Jungkook.
*
—Dientes de conejo… ¿Dónde estás dientes de conejo? Vamos, soy Jimin, no tienes porque esconderte.
— ¿Jimin? —Salió de debajo de una de las mesas del parque.
—Sí, soy yo. —Tomando una de las manos del pequeño. — ¿Por qué te escondías aquí, Jungkook?
—Porque los demás se burlan de mis dientes.
—No les hagas caso Kookie. —Abrazando al pequeño.
— ¡Sólo tú puedes decirme dientes de conejo! Ellos no. —Abrazando fuertemente al mayor. —Además…
— ¿Además qué? —Jimin apretó la mandíbula, sabía que lo que Jungkook estaba por decir era algo grave.
—Dicen que no me quieres… —Se soltó y miró fijamente los ojos de Jimin. — ¿Tú me quieres?
—No te quiero. Te amo, eres muy importante para mí.
— ¿Cómo me amas? —Preguntó ingenuamente Jungkook.
—Te amo como mi papá ama a mi mamá.
—Yo también te amo así, Jimin.
*
— ¿Jungkook? —Preguntó Jimin al notar que el menor estaba paralizado, mirando algún punto perdido. —Jungkook. —Chasqueaba los dedos frente al rostro del chico.
— ¿Eh? —Sacudiendo levemente su cabeza.
— ¿Sucedió algo?
—No, nada.
—Ya llegamos. —Dijo aparcando el auto. —Baja.
—Desabróchame el cinturón, está muy ajustado.
—Inútil. —Rió Jimin.
—Sólo tú puedes decirme dientes de conejo. —Repitió Jungkook en voz baja.
Jimin lo oyó, y recordó aquel momento en el parque, dónde Jungkook estaba escondido debajo de una mesa porque los demás se reían de sus dientes.
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