A la mañana siguiente, lo primero que hice fui ir a casa de Mariana. Tenía que hablar con Ella.
Eran como las nueve de la mañana y cuando llegué a su casa aún estaba dormida, por lo que le hablé por teléfono para que saliera y que la vería en el parque. Insistió que debía arreglarse un poco pero yo le comenté que era urgente verla. Cuando llegó al parque tenía su pijama, un pans rosa con flores y una blusa azul claro. La miré sin decir nada, y tratando de no llorar empecé.
—Hay veces que, la vida, Dios o el universo no te da lo que quieres —Trató de abrir la boca pero no dejé que hablara— Escucha, hice una promesa, te dije que nada entre nosotros iba a cambiar si tú no querías. Pero lamentablemente es una promesa que no puedo cumplir. Me iré con Alex.
Me miró sorprendida, con una expresión entre tristeza y enojo, por fin respondió.
—¿Qué? Pero tú dijiste que te ibas a quedar por mucho tiempo, que no importaba qué estaríamos juntos, que no te irías, que nada...
—Mariana... —Interrumpí. Las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos— Mi madre murió.
Su rostro cambió al instante, no supo que más decir y, después de unos minutos de silencio yo agregué.
—Su corazón dejó de latir esta mañana. No quise contárselo a nadie, en cuanto lo supe vine acá.
No pude decir más porque el llanto me ganó. Mariana se acercó a mí, diciendo.
—Cuanto lo siento, Santiago, en serio, perdón.
Me abrazó, y yo recosté mi cabeza en su hombro mientras lloraba. No decía nada, sólo necesitaba desahogarme. Pude notar que a Ella también se le salieron las lágrimas, mientras me acariciaba el cabello.
Lloré. Lloré todo lo que pude, sin dejar de abrazarla, sin decir nada... Simplemente dejé que el dolor se apoderara de mí y que toda la tristeza que sentía en ese momento, saliera en forma de lágrimas, sin embargo no fue así. El dolor y tristeza de perder a la única persona que has tenido siempre durante toda tu vida no se compara a nada. Nunca se lo deseo a nadie.
Somos simples manchas más en el universo, a veces al universo le gusta pulir esas manchas y otras veces aplastarlas. Aun no entiendo por qué. Un día eres la persona más feliz del mundo y al otro, la más triste y desdichada de no sólo el mundo, sino del universo.
Lo más triste de todo esto es que mi madre sabía que algún día esto pasaría y se despertaba con el mismo miedo todos los días.
Dicen que el 80% de la gente con la enfermedad de las arterias coronarias pueden tener una vida sana y estable sin ningún problema... Mi madre no era parte de ese 80%. Y nunca lo fue.
Fue escogida para que muriera ese día. Nunca he creído en el destino pero, tal vez este día ya estaba escrito hace mucho. Es curioso ver como la vida se termina en sólo un segundo... Como después de tanto esforzarte e intentar superarte terminas desapareciendo. Y así es como funciona el mundo, simples manchas más, algún día ya no estaremos aquí y nadie puede hacer algo para evitarlo.
—A veces la vida nos arrebata lo que más queremos —Decía el sacerdote en su sermón— Y lo único que hacemos nosotros es culpar a Dios... Sin embargo hay que ponernos a pensar, ¿cuántas cosas ha hecho Dios por nosotros? ¿Y cuántas hemos hecho por Él?
Y lo más triste de todo... Era que a pesar de que la Iglesia estuviera llena en ese momento... Sólo a pocos en verdad les importaba que se hubiera ido.
Y, en particular en estos momentos, desearía estar solo. Incluso alejado de mis tíos y de Alex. No quería ver a nadie en esos momentos... Deseaba que la celebración se acabara en ese mismo instante...
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ENTRE LA NUBE Y LAS ESTRELLAS
Teen FictionSantiago Sachs es un simple adolescente tratando de cursar su primer año de bachillerato. Su vida no es la mejor que todas o, como él la describe, somos simples manchas más en el universo. Pero todo eso está a punto de cambiar cuando conozca a Maria...