Capítulo 9

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El despertador sonó a las cinco y media como siempre. Me levanté, fui al baño y me lavé la cara. Mientras regresaba a mi habitación para cambiarme miré el calendario y me percaté de que día era.

¡11 de Marzo! ¿Cómo es que no me había dado cuenta? Habían pasado exactamente 16 años desde que llegué al mundo. Me cambié rápidamente y mi madre me dio un gran abrazo. Me llevó a la escuela y subí al salón como cualquier otro día.

Fue una gran sorpresa la que me lleve al entrar al aula. Mariana tenía varios globos de gas y Carolina un pastel de chocolate. Las dos me dieron un gran abrazo y Mariana me dio un beso en la mejilla y me susurró un “Feliz Cumpleaños” en el oído. Después de recibir abrazos de todos, el día transcurrió normal.

—No has visto lo mejor —Me dijo Carolina— Hay una sorpresa que te encantará en la salida.

—Espero que así sea —Respondí.

Esperé hasta que sonó el timbre de salida. Bajé al lado de Carolina y Mariana,  la segunda sostenía lo que quedaba de pastel. Cuando íbamos a bajar los últimos peldaños de la escalera vi la “sorpresa”.

Paulina estaba esperándome ahí, a los pies de la escalera. Cuando la vi, corrí hacia ella dispuesto a abrazarla.

—Con cuidado —Dijo ella antes de que lo hiciera.

Fue un pequeño pero agradable abrazo.

—¿Cuándo te dieron de alta? —Le pregunté.

—Esta mañana. Le hablé a Carolina poco antes de las siete. Claro, tendré que volver para que me quiten los puntos pero está bien salir de ahí de una vez.

—Me alegro mucho de verte Paulina, en serio.

Mariana también se acercó y le dio un abrazo.

—Bien —Dijo Paulina— Caro ya me contó todo, ¿cuándo será la fiesta?

Me reí.

—Tendré que pensarlo, la verdad es que no esperaba que salieras hoy del hospital, pero será pronto.

—Más te vale, Santiago —Agregó Carolina.

Me despedí de todos y me volvieron a abrazar unos cuantos, luego me fui a casa. Amarré los globos en una esquina de mi cama y me acosté a escuchar música después de haber comido junto con mi madre y tener una larga charla sobre lo que hice en la escuela y de que ya había crecido y ahora sería responsable de mi vida. Esas cosas típicas que asustan a las madres cada vez que cumples años.

Creo que mientras escuchaba música me quedé dormido por unos treinta minutos. Me despertó la voz de mi madre diciéndome que había alguien que me buscaba en la puerta.

Me levanté pensando quién podía ser si todos mis amigos ya me habían felicitado en la escuela. Me puse unos tenis y fui a la puerta.

—¿Mariana? —Dije al verla al otro lado de la puerta, pero sólo se abalanzó a darme un abrazo— Veo que la Chica que le Gusta Mucho Leer vino a verme. Es un gran honor tenerla en mi hogar.

—Lo sé, muchos desean tenerme en la puerta de su casa, así que siéntete afortunado.

—Así me siento desde que te conocí.

Nos quedamos mirando y sonriéndonos.

Al fin reaccioné y dije.

—¿Quieres pasar a mi patio?

—Claro —Respondió Ella.

Mi madre ya había conocido a Mariana por las pláticas que teníamos y las cosas que le contaba sobre Ella. Sin embargo, era hora de presentarla formalmente.

ENTRE LA NUBE Y LAS ESTRELLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora