Capítulo 13

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Faltaba casi un mes para la fiesta del día del estudiante y todos, así es, TODOS (incluyendo mis amigos a los cuales no les gustan las fiestas), estaban muy emocionados, menos yo.

“Es una simple fiesta”, pensaba.

Sin embargo, yo vivía en un mundo de locos o yo era el loco en un mundo normal, porque para todos esa “simple fiesta” los emocionaba demasiado. Y lo que más me disgustaba de todo esto es que teníamos que votar para elegir una reina escolar. Qué estupidez.

Nunca me han gustado los concursos en que las mujeres compiten para ver quién es más linda ya que, hay diferentes juicios y diferentes formas de ver…Y para mi ver, Mariana era la más hermosa.

—La fiesta será de gala y en el salón podrán votar por su princesa favorita para que sea nombrada reina —Decía alguien de la sociedad de alumnos. No había escuchado ni la mitad de lo que dijo, pero asentí con la cabeza.

Estaba parada en frente de todo el salón junto con los otros estudiantes que formaban la sociedad.

Cuando se fueron habíamos perdido veinte minutos de clase.

En cuanto sonó el timbre todos salieron. Era la hora de receso. Yo, como de costumbre, esperé a Mariana a que saliera del salón.

—Sigo pensando —Le dije cuando estuvo afuera— Que si tú estuvieras nominada no tuvieras nada de competencia.

—Ya te lo dije, Santi, no me gusta participar en esas cosas.

—Yo no estoy diciendo que participes —Respondí con una media sonrisa— Sólo digo que no tuvieras competencia si lo hicieras.

—¿Ah, sí? —Me coqueteó.

Por Dios, sí que era hermosa. Adoraba cada vez que hacía eso y era obvio que no lo podía ocultar porque soltaba la risita tonta que tenemos todos los hombres cuando de verdad nos gusta alguien.

—Sí —Contesté.

Se rio.

—¿Irás a la fiesta, Santiaguito?

—Claro que iré.

—Bueno, es obvio que no te llama mucho la atención esto de la fiesta y esas cosas.

—Pero, vamos, tampoco soy un antisocial. Además podré estar contigo.

Nos detuvimos y Ella me miró con sus lindos ojos café oscuros.

—Eres muy lindo…

—Y tú eres hermosa.

Ambos nos sonreímos y nos miramos. Pero no una mirada cualquiera, sino esa mirada que se dan dos personas que se gustan. Esas miradas que si una tercera persona los ve, sabría que están enamorados.

Me tomó la mano y me dijo.

—Te veo después del receso.

Le susurré un “igualmente” y nos separamos.

Después de receso nos tocó Educación Física. Un mal acomodo de clases, en mi opinión.

Sonó el timbre y todos subieron a sus aulas y nosotros nos dirigimos a las canchas. En el camino me encontré con Paulina.

—Hey —Me dijo.

—Hey…

Hubo un silencio algo incómodo.

—¿Y cómo estás? —Pregunté— ¿Cómo van las cosas con David?

—Pues, se podría decir que bien.

ENTRE LA NUBE Y LAS ESTRELLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora