Capítulo 6

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Llegó el día de la Posada Escolar, pero, ¿a quién le importa una mierda? Era el día del cumpleaños de Mariana.

Recuerdo que por ser un día tan especial no sabía que ponerme. Así que después de dos horas de pensar en la noche, me decidí. Me puse una camisa a cuadros azules, pero arriba me puse un suéter café. Me puse unos jeans oscuros y tenis. Me veía bien. No tan mal ni tan bien, así que entraba en la categoría “bien”.

Llegué a la escuela. Tenía, como le había dicho a Carolina, las manos vacías. Sin embargo tenía el regalo perfecto para Mariana.

Me encontré primero con Carlos y Martín. Los saludé.

Estuvimos hablando un rato hasta que llegaron las mujeres.

Mariana estaba radiante.

“Wow”.

Llevaba una blusa péplum manga larga color negra de tirantes y un saco también negro. Unos jeans y flats negros. 

La miré y en cuanto se bajó del auto le sonreí. Ella me vio e hizo lo mismo. Me sorprendió ser la primera persona a la que se le acercó para darle el abrazo de felicitación.

“Frutas”.

Luego abrazó a los demás.

Elegimos una mesa donde sentarnos. Mariana se veía más sonriente que de costumbre y, su sexys labios rojos reflejaban felicidad pura. Su cabello estaba más arreglado que otros días. En pocas palabras, estaba súper hermosa.

Yo estaba sentado al lado de Ella y del otro lado tenía a Martín, después estaba Carlos. Mariana del otro lado tenía a Carolina y luego estaba Paulina.

La miré con esa típica mirada que le lanzo para que sepa que me gusta. Ella ya las reconoce así que me sonrió.

—Te ves muy bien —Me dijo.

—Tú te ves hermosa.

Se sonrojó.

—¿Y no harás nada hoy, Mariana? —Le preguntó Carolina.

—No lo sé… Creo que no. No tenía nada pensado.

Carolina y Paulina ya sabían que era mi regalo, lo habíamos decidido el día del Campestre, así que ya lo tenía todo planeado. Así que cuando le hicieron esa pregunta a Ella, Carolina me lanzó una mirada de victoria. Yo le guiñé un ojo para que mantuviera todo en secreto. Los chicos no sabían de lo que hablaba, les había pensado decir, pero sabía que si lo hacía se iría todo al carajo porque no sabían guardar un secreto.

La posada transcurrió lentamente. Los chicos querían recorrer la escuela para ver el ambiente, por lo que le dije a Mariana que las dejaría sola un rato y le di un tierno beso en el cachete. Ella se puso más roja que en otras ocasiones.

Recorrimos la escuela hasta que dio la hora de comer, a las diez de la mañana, fue cuando regresé con las chicas.

No me gusta mucho que me vean comer en público, pero a veces, uno hace locuras por amor. Comer en frente de la chica que te gusta es uno de los retos de la vida. Cualquier movimiento puede ser causante de quedar en ridículo. Pero afortunadamente todo salió bien.

Después de comer me despedí de Mariana, Carolina, Paulina y los chicos porque me iría más temprano que los demás.

***

Recuerdo que estaba sentado en el peldaño de la puerta para entrar a la casa de Mariana. Cuando la vi llegar me puse de pie de golpe. No me sorprendió su cara de asombro al verme, si apenas hace unas horas estaba en la posada con ella.

ENTRE LA NUBE Y LAS ESTRELLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora