Capítulo 4

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Los días transcurrieron rápido hasta el viernes. El día de la Please be mine.

No podría llamarse una “fiesta”, pero había lo que una reunión necesitaba tener. Música, botana y, obviamente, invitados. Fueron más de lo que esperaba. Tal vez porque los del salón invitaron personas de otros salones y familiares. La noticia de que la Please be mine sería en mi casa se corrió por toda la generación y algunos de otros grados también supieron. El caso es que mi patio estaba lleno.

Recuerdo que Carolina y Paulina llegaron juntas y estuve con ellas un rato, hablando y riéndonos de tonterías, hasta que la vi a Ella.

Llevaba una blusa blanca de tirantes y un suéter gris, jeans y un pequeño bolso. Yo estaba tomando agua de naranja cuando la vi entrar

Ella se quedó saludando a los del grupo y Carolina me lanzó una mirada, pero no cualquier mirada, sino de esas miradas que dicen “Ya llegó la que te gusta”. Sonreí. Paulina también sabía lo de Mariana, se lo había dicho el día anterior mientras teníamos una llamada en Skype.

Suspiré y esperé a que viniera a saludar a Carolina y Paulina. Y así lo hizo.

Luego se acercó a saludarme a mí y pude darme cuenta de que olía a frutas. Un delicioso aroma a frutas.

—Me sorprende que a la Chica que le Guste Mucho Leer venga a estas reuniones.

—¿Por qué te sorprende? —Me preguntó.

Miré de reojo que Carolina le dijo algo en secreto a Paulina, y se retiraron.

—No lo sé, tal vez pensé que te quedarías en casa leyendo o algo así.

Ella rio y me quedé mirándola. Cuando levantó la cabeza para verme seguía sonriendo, con su hermosa sonrisa. Se había pintado los labios de rojo, cosa que la hacía ver, por mucho, más sexy.

—¿Qué? ¿Por qué me miras?

—Vienes muy linda. Más de lo normal.

—Gracias, soy hermosa lo sé.

Me eché a reír.

—¿Muchos de esos hombres que se hacen los interesantes te lo dicen o qué?

—En parte sí —Me respondió y me echó una mirada inteligente— Tú eres uno de los que lo hacen.

—Bien, pues quiero dejar de ser uno de esos muchos —Dije.

—¿Ah, sí? ¿Y cómo lo harás?

—Mostrándote algo, ven —Le tomé la mano y me sorprendió que ella también me la tomara. La lleve al patio trasero, donde estaba mi antigua casa del árbol.

—¿Qué hacemos aquí? —Me preguntó.

—Es una sorpresa. ¿Quieres subir a la casa del árbol?

—Mmm… Nunca había visto una, me gustaría subir.

Los escalones estaban muy viejos así que tuve que sostenerla en varias ocasiones para que no cayera. Al final pudo subir sin ningún incidente.

Una vez que estuvo ella arriba, subí yo.

Solté una risita cuando vi su cara de asombro. En la casa del árbol tenía mis viejos juguetes, balones y cosas por el estilo, pero eso no fue lo que le impresiono, sino lo que había pegado en una de las paredes.

Era un dibujo echo a lápiz de ella y una nota que decía: “Muy especial para la Chica que le Gusta Mucho Leer, de parte del Chico que le Encanta Leer”.

—¡¿Tú lo hiciste?!

—Con mi propia mano.

—Es hermoso.

ENTRE LA NUBE Y LAS ESTRELLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora