Capítulo 8

276 21 2
                                        

Llegué al hospital como cualquier otro día, sólo que era 14 de Febrero. Como todavía no podía entrar a la habitación de Paulina, tuve que darle el globo de gas a su padre para que se lo entregara.

Les dije a sus padres que debía irme porque habría un pequeño convivio en la escuela.

Llegué media hora tarde, pero le expliqué la razón a la prefecta, por lo que me dejó pasar sin problemas.

Entré al salón y todos voltearon hacia mí.

—Con permiso, profesora —Dije mientras me iba a sentar.

Fue un día como cualquier otro, simplemente nos dieron una hora más de receso. Recuerdo que mientras estábamos todos sentados en la cafetería (todos menos Paulina) hablábamos de tonterías y de nuestros temas habituales.

Me hubiera gustado que Paulina hubiera estado con nosotros.          

Al final del día me fui cansadísimo a mi casa, con ganas de nada. Sólo acostarme y leer, pero había una cosa por hacer que no podía dejar pendiente.

***

Toqué la puerta y esperé unos minutos. Me abrió Delia. La saludé amablemente.

—Hey, ¿qué tal, Delia? ¿Está tu hermana?

—¿Cuál de las dos? —Preguntó con su aguda voz.

—Mariana.

—Sí, sí está. ¿Tú eres su novio, verdad?

—Casi lo soy… ¿Puedes decirle que venga?

—Síp. Le diré que su novio la está buscando.

Me reí y esperé a que llegara.

Me vio y sonrió. Delia estaba detrás de Ella diciéndole que su novio estaba en la puerta. Me estaba sonrojando.

—Ve con mi madre, dile que en un rato más subo.

Me miró y levantó las cejas. Yo me reí por lo bonita que se veía.

—¿Por qué le dices a mi hermana que nosotros dos somos novios?

—En mi defensa, quiero decir que yo sólo le dije que te buscara.

—En primer lugar, para ser novios debes pedirme de una forma muy original.

—Uy, cuidado con lo que dices, Mariana Castro, estás afirmando con esa expresión que si te pido de una forma original me dirías que sí.

—No lo sé, tal vez sí, tal vez no. Pero TAL VEZ.

Se sonrojó y le sonreí.

Tenía las manos vacías y luego agregué.

—Oye, perdón por no traer nada para ti, pero…

—Oh… No te preocupes no es necesario.

—No, claro que es muy necesario. Y más para alguien como tú —Me sonrió— Pero, primero necesito que me digas, ¿cuál puede ser el mejor regalo que alguien te puede dar?

—¿Qué? No…

—Dime cuál es el mejor regalo que alguien te puede dar. Te lo daré. Sea lo que sea, no importa que sea muy fantasioso.

—No lo sé. Nunca lo había pensado… Tal vez, un peluche.

La miré por unos segundos. Ella me devolvió la mirada, como diciendo “¿Qué sucede?”.

—Por favor, Mariana, ya te regalé un peluche. Piensa en algo mejor.

—Pues, puede ser un arreglo de flores.

ENTRE LA NUBE Y LAS ESTRELLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora