Capítulo 7

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Fue como cualquier otro día. Empezó normal y esperaba que terminara normal. Estaba en Skype con Paulina y me había dicho que no iría a entrenar ese día.

—¿Y por qué no irás?

—No lo sé. Mi madre no tiene tiempo, además aunque esté muy enamorada del tenis, estoy algo cansada.

—Jaja, vamos Paulina, yo amo el futbol y por más cansado que esté sigo jugando.

—Pues sí, pero, mi mamá, ya sabes. Si quisiera ir.

—Convéncela —Le dije.

Se quedó pensando un rato. Vi que faltaba una hora para su entrenamiento, así que tenía tiempo. Después de poco rato me respondió.        

—¿Sabes qué? Lo haré. Convenceré a mi madre de ir a entrenar.

Terminamos la llamada y después recibí un mensaje de ella en donde decía que la había convencido y que hablaría conmigo después.

Me quedé mucho tiempo sin hacer nada. Pensé varias veces en llamar a Carolina o Mariana. O tal vez salir a jugar futbol un rato, pero por alguna razón no tenía ganas de hacer nada.

***          

Más o menos a eso de las ocho de la tarde mi teléfono empezó a sonar. Miré el nombre y sonreí al descubrir que decía “Mariana”

Contesté.

—Hola, Mariana Castro, de 16 años, color azul y no tan soltera.

—No tenemos tiempo, Santiago. Te necesito en mi casa ahora.

Fue a partir de ese comentario, que se escuchaba totalmente serio, cuando todo se convirtió en un pequeño infierno.

—¿Qué sucede? —Pregunté preocupado.

—No te lo puedo explicar, ¿dijiste que manejabas, no? ¡Ahora, ven!

—Mariana, no juegues, por favor dime que estás bien.

—Yo sí estoy bien —Respondió apurada y empezando a sollozar— Pero, hay alguien que no lo está, te necesito, por favor, Santiago.

No lo dijo dos veces. Yo ya estaba en el auto de mi madre. Le había dicho que una amiga estaba en problemas, así que por rara ocasión me prestó el coche.

—Mariana, tranquilízate —Dije encendiendo el carro— Dime qué sucede.

Arranqué lo antes posible hacia su hogar ya que se escuchaba bastante preocupada.

—No… No puedo… —Ahora podía escuchar que empezaba a llorar— Es… Es Paulina y su madre.

—¡¿Qué sucedió?! Vamos, Mariana,

—Ellas… Ellas…

—¡¿Ellas qué?! —Exclamé pasando un semáforo que acababa de cambiar de amarillo a rojo.

—Ellas tuvieron un accidente…

Me quedé atónito. ¿Un accidente? ¿Qué clase de accidente? ¿Qué carajo estaba pasando aquí?

—¡¿ACCIDENTE? ¡¿Qué clase de accidente?!

—El auto en que venían… Hubo un choque y… su auto se volcó, ¿ok? No sé nada más… Me acaba de hablar Carolina, necesitan ayuda…

Pude escuchar su llanto. Por lo que me apresuré y en unos dos minutos estuve en su casa. Se subió lo más rápido que pudo limpiándose las lágrimas y me dijo.

—Rápido, están en la gasolinera que está cerca del Jardín Botánico.

Traté de pensar y me ubique, así que arranque. Ella se abrochó el cinturón.

ENTRE LA NUBE Y LAS ESTRELLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora