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(Conejo, bosque)

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(Conejo, bosque)




Explorar (parte 2)




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Estaba apunto de preguntar de nuevo lo que había susurrado. Pero no quería quedar como una idiota. Claramente había oído bien. Aunque no sabía que responder a eso.

—Ya no me apetece estudiar.

No sabía que responder a ese halago.

—¿No?—Salió de su boca. En realidad tampoco quería responder eso.

Pedro negó con la cabeza.

—No puedo concentrarme así.

Bueno, Heidi no podía responderle nada de lo que decía. Solo le salían preguntas.

—Y entonces...?

La pelinegra dejó de emitir palabras cuando sintió un suave toque en su brazo derecho. Era la mano de Pedro. Tocándola desde su mano, siguiendo por su brazo (casi rozando, casi notándolo) y llegando a su mejilla. Allí fue cuando Heidi dejó de sentirse paralizada para comenzar a sentir todo en aquella habitación. Todo cuanto la rodeaba. El acogedor clima, la brisa fresca que apenas entraba por la ventana y el aliento de Pedro chocando con su cara.

—Tu piel es tan suave—Siguió su recorrido por su barbilla y luego volvió a su mejilla. Heidi se sentía deleitada por sus caricias—Heidi... quiero probar algo.

La joven de cabellos negros azabaches lo miró a los ojos, tratando de salir del trance en el que se encontraba. Pedro tenía la mirada entrecerrada sobre ella—Qué?

—Tu sólo confía, bien? Confía en mi—dijo el castaño. Heidi se sintió convencida automáticamente, claro que confiaba a ciegas en él aunque no tenía idea de que era lo que pretendía su mejor amigo—¿Confías en mi?

Heidi asintió. Pedro sonrió.

Lo siguiente que sintió fueron sus labios sobre los de ella. Fue demasiado tierno, con una delicadeza que no conocía de él. Pedro siempre fue muy cuidadoso con ella, pero algo le decía que ésta vez ese beso era diferente. Sólo el sabía como besarla. Heidi sonrió luego de ese pensamiento sobre los labios de Pedro y le devolvió el beso igual de delicado. El castaño posó ambas manos en el rostro de la joven, siguiendo con sus caricias, pero quería intensificar más así que optó por colocar una de sus manos por la espalda y acercarla más a él. Y así lo hizo, igual de suave y delicado, tanto así que Heidi no se dió cuenta de que su cuerpo estaba prácticamente pegado al de Pedro. Pudo sentir sus pechos al contacto con el, por encima de la ropa, se sonrojó furiosamente de inmediato. Notó a Heidi algo tensa así que deicidio distraerla colocando las manos en su cintura. Más bien estrecha cintura.

Mountain | Heidi&PedroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora