𝐭𝐰𝐞𝐧𝐭𝐲 𝐨𝐧𝐞

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"Solo los valientes"

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"Solo los valientes"

Al día siguiente, Ana fue la primera en abandonar la enfermería a primeras horas de la mañana —luego de insistirle tremendamente a la señora Pomfrey de dejarla—, y se dirigió hacia la oficina de Remus luego de haber hecho una rápida pasada por la torre de Gryffindor.

Por la madrugada, James y Sirius habían despertado y partido con Buckbeak hacia quién sabe dónde pero asegurándoles de que estaría a salvo. Ana quedó satisfecha con el plan de proteger a la criatura de personas como Malfoy que se empeñaban a ser tan desagradables. Era una pequeña victoria después de aquella errática noche.

Sin embargo, todavía había una gran pila de problemas que Ana debía resolver en esos momentos. Y todo llevaba a tener una larga conversación con Remus y su rutinario chocolate caliente.

Una vez que llegó a la puerta de madero que mantenía a Remus del otro lado, Ana dio una pequeña exhalación, dándose confianza y cuando tenía el puño levantado para tocar, Remus abrió la puerta para salir.

—¡Ana...! —dijo él con sorpresa y la miró preocupado—. ¿No deberías estar en la enfermería?

—Dormí lo suficiente, y sorprendentemente sin la ayuda de la poción para dormir... —los ojos de Ana cayeron a un pergamino que Remus agarraba con una mano—. ¿A dónde vas?

—A presentar mi renuncia.

A Ana le tomó unos segundos en procesar la información pero cuando lo hizo, su rostro solo mostró horror.

¡¿Tu qué?!

Con esfuerzo, Ana empujó al hombre hacia dentro de su despacho y cerró la puerta detrás suyo, siendo ella el obstáculo para impedirle salir. ¿Cómo que se iría? No podía hacer eso. No después de ser el mejor profesor que hubiese tenido.

—¡No puedes irte...! —insistió Ana horrorizada y trató de buscar una razón rápidamente—. ¡Es... es ilegal!

—Estoy muy seguro que no lo es.

—¡Pues se siente ilegal...! ¿Por qué quieres irte? ¡Eres el mejor profesor que tuve! —exclamó Ana desesperada por una explicación.

—Estás sesgada... —suspiró Remus y se volvió hacia detrás de su escritorio para sentarse—. Recién en el desayuno... bueno, Severus ha revelado de casualidad que... soy un licántropo.

Ana vio eso como una buena razón para perder todo respeto a Snape en cuestión de segundos.

—¿Hizo qué? —Ana se tuvo que sentar en una de las sillas para retenerse de salir de la oficina e ir a darle infierno a su profesor de Pociones—. Está loco. Completamente desquiciado. ¿Qué gana con eso? ¿Venganza?

Ana bufó y se cruzó de brazos.

—Lo sucedido ayer ha sido el colmo para Severus —explicó Remus—. No le gustó que no hubiesen consecuencias hacia James y Sirius por lo que sucedió, o también, a ustedes por haber roto las reglas.

Hidden → Blaise ZabiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora