𝐟𝐨𝐮𝐫𝐭𝐲 𝐬𝐞𝐯𝐞𝐧

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"Lazos"

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"Lazos"

Cuando la señora Zabini terminó de saludar, aún mirándola con sus ojos oscuros y astutos,

Ana quiso mirar a Blaise de reojo para encontrar algo de consolación en él pero estaba paralizada en su lugar por lo que lo único que pudo hacer fue asentir sin dejar de mirar a la mujer de porte superior.

—El placer es mío... señora Zabini.

Los ojos oscuros de la señora Zabini la inspeccionaron de pies a cabeza hasta que su mirada miró a su hijo y con un brillo en sus ojos notó el cuadro envuelto que llevaba debajo de un brazo.

—Ah, Blaise, cariño tráeme el cuadro, por favor. Y muéstrale a Anastasia el lugar donde debe sentarse. —la señora Zabini levantó una mano perfectamente cuidada y con un ademán, instigó a que Blaise fuese hacia ella.

Blaise se acercó a su madre sin decir nada y cuando le entregó el cuadro, guió a Ana a sentarse a la izquierda del asiento donde su madre estaba parada, antes de ir él al asiento a la derecha de la mujer. En silencio, los dos adolescentes observaron a la mujer desenvolver el cuadro y observaron la sonrisa de satisfacción que se curvó en sus labios gruesos.

—Siempre es un placer trabajar con Emmeline —confesó la señora Zabini antes de mostrarle a su hijo el cuadro de su mansión—. Es el comienzo de una extraordinaria carrera... oh, por favor, siéntense.

Ana vaciló un momento mientras Blaise aceptaba el permiso de su madre, pero cuando la señora Zabini se sentó en su lugar, la siguió tratando de no arrugar su falda.

«Tal vez esto fue una mala idea, mis manos están muy transpiradas»

—Dime, Anastasia —la señora Zabini giró su rostro hacia ella aún con el cuadro en sus manos—. ¿Eres apasionada en las artes?

Si el cerebro de Ana no estuviese tan frito, su respuesta hubiese sido un poco más larga.

—Eh... No puedo decir que lo soy, señora Zabini

Esa era una subestimación. Ana no tenía ni oídos ni manos para el arte. No sabía cantar, no sabía bailar, no sabía pintar... En resumen, no sabía nada.

—Bueno, mi hijo aquí, debo admitir con cierto orgullo, es un excelente pianista. Un oído y ritmo extraordinario.

La señora Zabini tendió su mano izquierda en la mesa y Blaise la tomó en la suya antes de darle un apretón, adjuntado a una pequeña sonrisa en sus labios.

—Gracias, madre.

Madre e hijo se sonrieron antes de que la señora Zabini se girara hacia Ana, haciendo que su postura volviese a ser tensa ante su escrutinio. La mujer se quedó en silencio por unos segundos hasta que de repente agarró entre sus dedos una pequeña campanilla que había posado al lado de su plato (la cual Ana había completamente ignorado) y la hizo sonar. No pasó ni un segundo cuando una de las puertas del comedor se abrió, dejando pasar a dos figuras femeninas al interior del comedor.

Hidden → Blaise ZabiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora