𝐬𝐢𝐱

2K 183 234
                                    

"Cambios nocturnos"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"Cambios nocturnos"

La última semana de vacaciones se pasó eternamente lenta para el mal gusto de Ana. Cada día era una nueva pesadilla de estar encerrada en su casa sin poder deambular por las calles o hasta salir al patio. Luego de que James hubiese recibido la noticia de que Peter Pettigrew se había escapado de la prisión, los adultos se volvieron desesperados por tomar medidas. Ana estaba agradecida que se preocupasen por ella pero no poder ni pasear a Limonada o sacar la basura era un poco paranoico. No era como si el convicto supiese en dónde vivían. No estaban en su antigua casa y no era como si pudiese viajar tan rápidamente a Londres. Era poco creíble.

Sin embargo, lo único que mantenía a Ana en la cuerda era pensar que tal vez Harry lo tenía peor. Sí, era egoísta pero pensar que el chico había sido mandado al Caldero Chorreante para pasar la semana allí mientras su padre trabajaba en la búsqueda de Pettigrew, un lugar donde podría deambular por el callejón Diagon y encontrarse con sus amigos... bien, tal vez ella era quien lo tenía peor.

—¿Es necesario que estén conmigo todo el tiempo? —protestó Ana la mañana del 1 de septiembre mientras miraba a su abuela y a Sirius.

—Sí —afirmó su abuela y Ana se calló mientras comía sus galletas de jengibre. No podía ir en contra de su nana a menos que quisiese la muerte.

Sirius dejó salir un suspiró y se pasó una mano sobre su largo cabello oscuro.

—Es por tu seguridad, Ana. Lo último que necesitamos es que esa asquerosa rata te encuentre —Sirius bajó la mirada, observando sus manos jugar con las llaves de su moto—. Por eso Remus ha ido temprano al tren para inspeccionarlo y viajará con ustedes.

Ana soltó otra protesta y se deslizó sobre su silla con los brazos cruzados.

Hilda Abaroa se limpió las manos con el trapo de cocina y se levantó de su asiento.

—No más protestas, mi niña. Ve a prepararte que debes ir temprano.

Ana asintió y fue a buscar su baúl que había organizado el día anterior junto al cesto de mimbre que había conseguido para Basil. Arrastró sus pertenencias por la escalera y salió de la casa Abaroa junto a Sirius y Hilda. El hombre metió el baúl y el cesto de mimbre en su sidecar mientras la niña abrazaba a su abuela.

—Te voy a extrañar, nana —murmuró ella escondiendo su rostro en el cuello de Hilda.

—Yo también a ti mi niña, cuídate mucho y no te olvides de mandarme cartas.

—Claro, nana. Te amo.

—Te amo yo también, Anita.

El viaje a King's Cross fue lo peor para Ana. La velocidad con la que Sirius iba por las calles la mareaba y ni hablar de que jamás había viajado en una motocicleta. Era la peor experiencia del mundo. Y lo peor fue que llegaron a la estación con solo diez minutos de adelanto, lo que significaba que luego de poner el baúl y el cesto en un carrito, corrieron por entre los andenes. Esa mañana sí estaba siendo la peor para Ana. No solo podría el tren salir sin ella pero debía correr. Pero lo que se llevó la cereza en la punta del pastel fue que no veía el andén nueve y tres cuartos en ningún lado. Ana era despistada pero estaba segura de que no existía tal andén.

Hidden → Blaise ZabiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora