𝐟𝐨𝐮𝐫

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"Mundos entrelazados"

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"Mundos entrelazados"

La sala de estar de los Potter era sin duda, la habitación que James estaba más orgulloso. Era de las medidas perfectas para que las personas no sintieran que se ahogaban si había más de 10 invitados pero tampoco para que se sintiera vacía si había dos personas. Las luces cálidas iluminaban el lugar con su luz amarillenta y presentaban con orgullo la decoración variada que posaban los estantes, con sus colores cálidos y brillantes —siendo Harry a los 7 años quien había elegido un pequeño erizo decorativo hecho de oro, dado sus gustos tan pomposos— que sin duda reflejaban tranquilidad y un sentido de confort para los invitados que se sentaran en aquel sofá grande y suave que estaba en el medio. En la mesada de madera de cerezo que se encontraba frente al gran sofá chester de tres plazas se encontraba el objeto más preciado de James, una foto de Lily Potter sonriendo hacia quien la viese. La sonrisa de Lily podía calmar a cualquiera y sus facciones podían hacer que hasta el corazón más perdido se sintiera protegido. Pero ni aquella foto podía hacer que el silencio incómodo que se había formado, cuando dos pares de ojos chocaron, se fuese.

Ana no había vuelto a abrir la boca desde que había dejado salir ese pequeño hola y ahora su corazón latía con tanta velocidad que tenía miedo de que saliera de su pecho y cayera en sus manos posadas en su regazo. Ni siquiera la taza —para su sorpresa— aún caliente podía hacerla sacar un sonido de su boca.

Sin embargo, quien sí abrió la boca para romper con ese silencio fue James.

—Pues, nosotros les dejaremos toda la privacidad que necesiten... —asintió él empujando a Sirius y a Harry hacia la cocina, no sin antes arrebatar el teléfono de línea de su lugar para llevarlo consigo mismo—. Sí, les dejaremos eh... privacidad.

Ana observó cómo James se metía en la cocina, seguido por el cable que se había estirado por completo y parecía un peligro para cualquiera que quisiese pasar de un lado a otro. Era como el limbo pero con el riesgo de que si James soltaba el teléfono, éste le daría en la cabeza a alguien o rompería con alguno de sus adornos.

Y así el salón quedó nuevamente en silencio.

Ana le dedicó unos segundos a su taza de chocolate caliente y le dio unos pequeños sorbos luego de soplar el —eterno— calor del líquido. En ese pequeño período de tiempo, Ana trató de organizar sus pensamientos para no precipitar toda la información que había adquirido en aquella hora y así centrarse en el único tema que importaba en ese momento: que su supuesto padre biológico se encontraba frente suyo.

«Contrólate, Ana. Es solamente una persona ¿qué podría salir mal?».

Ana trató de hablar nuevamente pero para su sorpresa, y su alivio, Remus se le adelantó con un intrigante comentario.

—Eres igual a ella.

Al ver que el hombre estaba a punto de empezar a llorar, Ana iba comenzar a entrar en pánico sino fuese porque se escuchó el sonido del timbre sonar, haciendo saltar a ambos en sus lugares. James salió de la cocina con un resoplido de ofensa.

Hidden → Blaise ZabiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora