𝐟𝐢𝐟𝐭𝐲

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"La realidad dolorosa"

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"La realidad dolorosa"

Ana estaba paralizada en su lugar mientras los otros estudiantes pasaban a su lado sin darle mucha atención. Todos subían las escaleras con normalidad, paso a paso, por lo que no estaba segura que significaba lo que había sucedido con ella. Pero nadie parecía estar sorprendido, sólo... ella.

—Ah, veo que has conocido una de las bendiciones de esta escuela, amiga de Potter —dijo una voz que subía por las escaleras hacia ella.

Pertenecía a Hyeon Yeong, el amigo de Parvati y Lavender, y estaba subiendo las escaleras igual que ella, sólo que a un ritmo más... lento, moderado. Nada parecido a la errática y veloz forma en la que ella había subido. Parecía estar acostumbrado a que las escaleras funcionaran como si fueran mecánicas.

—¿Qué...? ¿Cómo...?

El chico subió por completo las escaleras y acomodó su túnica de Ravenclaw con una sonrisa sabionda.

—Bienvenida al club de los discapacitados, león.

A Ana se le secó la boca y frunció el ceño en confusión.

—¿El qué?

Hyeon Jeong se encogió de hombros y metió una mano en un bolsillo mientras daba lentos pasos por el pasillo, dirigiéndose hacia las otras escaleras.

—Te acostumbrarás —confesó él, alarmando a Ana un poco más.

Mirando de reojo a sus piernas, Ana notó un leve temblor, consecuencia del susto que se había llevado pero también a causa del cansancio y dolor por el que había pasado esos meses. Al parecer las aspirinas no serían suficiente para su cuerpo.

—¿Me estás diciendo que esto es oficial ahora? —inquirió ella, apurándose para caminar al lado del chico mientras se dirigían a la intersección.

—Si antes no era oficial, entonces tal vez debas visitar la enfermería un día de estos —apuntó Hyeon Jeong con desgana

El ceño de Ana se frunció y vio cómo el chico caminaba sin problemas.

—Pero... Pero tú puedes caminar perfectamente.

Una risa salió del chico sobresaltándola. Hyeon Jeong dejó salir un silbido de sorpresa.

—Primero, mi salud no es de tu incumbencia, por lo que deberías primero aprender acerca de eso; segundo, puede que camine pero eso no significa que no me duela; y tercero... en mi caso tengo esto.

De la nada, Hyeon Jeong sacó su mano del bolsillo en que la había metido y sacó un bastón de tamaño normal el cual apoyó en el suelo.

—Bolsillos mágicos —alardeó él al notar la mirada de estupefacción de Ana, y la saludó con un corto gesto—. Hasta luego.


Ana no durmió bien esa noche. La duda de si en verdad su dolor resultaría en un problema más grave para su futuro la consumió durante toda la noche. ¿Es que Hyeon Jeong tenía razón? ¿Debía de acostumbrarse a ese paralizante sentimiento? ¿A ese dolor punzante? ¿A ese cansancio constante?

Hidden → Blaise ZabiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora