𝐬𝐢𝐱𝐭𝐲 𝐭𝐰𝐨

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"Frío y caliente"

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"Frío y caliente"

Esa noche, Ana no pudo dormir. La idea de que Dalia ahora se encontrara envuelta en todo el caos que era la vida de Ana la hacía mantener los ojos bien abiertos y fijos en el techo de madera encima de su cama. Cuando se había puesto a buscar la respuesta de quién realmente había sido besado por el sol creyó que obtendría una respuesta concreta, no más preguntas.

¿Cómo encajaba Dalia en ello? ¿A qué se refería que había sido besada por el sol? ¿Tenía magia? ¿Era una bruja? ¿Le había escondido su verdadera identidad?

Habían tantas nuevas preguntas que no serían respondidas hasta que se enfrentara cara a cara contra Dalia. ¿Pero es que podría realmente hacerlo?

Durante la noche, Ana escuchó ruidos fuera del dormitorio pero decidió no ir a investigar dado que sus propias preocupaciones eran mayores que cualquier otro problema. En realidad, todo problema que había enfrentado parecía menor que el hecho que Dalia estaba involucrada en un mundo desconocido. Realmente era un dolor de cabeza.

La esperanza de que Berenice Babbling pudiera resolver sus dudas una vez que sus cartas fueran frecuentes fue el único alivio que hizo que Ana pudiera reposar sus ojos por una hora antes de que la luz del sol se filtrara completamente por las cortinas del dormitorio, marcando el comienzo del día.

Luego de despertar y levantarse, Ana dedicó unos diez minutos a enjuagar su rostro con agua fría, así sus sentidos podrían despertar por completo, dejando su aturdimiento atrás. Cuando ató su cabello en una coleta alta, llamaron a la puerta del baño y la voz de Parvati se hizo escuchar detrás de ella.

—Ana, es mi turno...

Ana y Hermione terminaron de prepararse por completo una media hora más tarde. El reloj de pared marcaba las siete y media de la mañana, y Ana había disfrazado su preocupación con una máscara de cansancio. Tal vez no era una completa máscara; se sentía cansada.

—Antes de ir a desayunar, ¿me acompañas a la lechucería? —dijo Hermione mientras bajaban por la escalera caracol hacia la sala común—. Tengo que ir a enviarle una carta a Viktor...

Ana asintió en silencio. Temía que si abría la boca, todos sus secretos saldrían como vómito de palabras.

Al llegar a la sala común, alivio recorrió su cuerpo al recordar que tendría tiempo de disfrutar un día normal sin presiones hasta el día siguiente cuando viajarían de vuelta a Londres. No obstante, el consuelo de aquel pensamiento rápidamente se esfumó cuando ambas observaron la figura esbelta de la profesora McGonagall esperarlas en la entrada de la sala común.

—Abaroa, Granger, buenos días —les dijo cuando ambas se acercaron a la entrada. Ana y Hermione se miraron con preocupación—. Por favor, vengan conmigo. Dumbledore desea hablar con las dos.

—¿Qué ha pasado, profesora McGonagall? —inquirió Hermione cuando la entrada se abrió nuevamente.

—Dumbledore les contará todo, señorita Granger.

Hidden → Blaise ZabiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora