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•ᵈᵃʸ 8: Buying/Comprando•
Leía la lista en su mano con atención, pasando entre los pasillos para llegar a la sección que contenía dicho alimento, deteniéndose unos minutos para escoger el que se viera más confiable (Y más barato), lo cual no era el caso de las verduras. Isogai tomaba una y la comparaba con otra, el tamaño, su color, el aroma, y la madurez del tomate o la lechuga, entrando en una fase interminable de decisión, mirándolo con los ojos entrecerrados como si intentara imaginarse el sabor que tendría al ser cocinado. Suspiro, encogiéndose de hombros y optando por poner a ambos en el carrito de la compra. Reviso la lista, volviendo a retomar la caminata, esta vez hacia la sección de higiene personal, lo ultimo que le faltaba.
Su cabeza se giraba hacia los lados en busca de Maehara, quien había insistido en acompañarle para que no cargara todas las bolsas él solo. Lo había perdido de vista al entrar, pero la preocupación no estaba, se imaginaba en donde podría estar, pero, lo que no se imaginaba, era verlo llegar con ambos brazos ocupados. Su ceño se frunció, descansando sus manos en su cintura mientras un tic en su ojo izquierdo aparecía
—Maehara... ¿Que es eso?
El nombrado sonrió, dejando ambas bolsas en el carrito, echándole el ojo a la lista en la mano del pelinegro, la cual se encontraba arrugada debido a la fuerza que Isogai ejercía en el agarre
—Oh, mira, este se ve bien. ¿Que opinas?
Señalo el anaquel sobre su cabeza, dándole a entender que aquella pareja de productos para el cabello seria la indicada para ambos. Isogai no se quejo, aunque no era como si tuvieran una marca preferida en mente, cualquiera que hiciera espuma les venia bien. Maehara los metió dentro del carrito, posando sus manos en los hombros de su pareja, quien se encontraba bastante perdido en sus pensamientos mientras estaba cruzado de brazos. El rubio lo miro, dándole un suave apretón a sus hombros para sacarlo de sus pensamientos
(...)
Enarco una ceja con una sonrisa en su rostro mientras la cajera metía las compras en las bolsas, diciéndole amable y educadamente el costo de todo aquello. Maehara asentía con lentitud, sintiendo la burla que emanaba su pareja en su dirección con una clara intención de soltarle las tan famosas palabras que había oído más de una vez por no obedecer a las indicaciones del contrario.
Apretó sus labios, pagando, y tomo las bolsas, persiguiendo a Isogai, quien lo esperaba en la salida sin quitar aquella expresión de su rostro. Maehara rodo los ojos, mirando hacia otro lado con el rubor apareciendo en sus mejillas
—Dilo
—Te lo dije
—Lo se, lo se. No volverá a ocurrir— Isogai negó, dejando escapar un suspiro junto con un susurro
—Mentiroso...
—¡Te oí!
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