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•ᵈᵃʸ 22: In battle, side by side/En batalla, lado a lado•
Un grito abandono su garganta al ver como Isogai caía al suelo luego de que el disparo impactara en una de sus extremidades. Se coloco frente a él, cubriéndolo con su cuerpo mientras apuntaba, atento a lo que tenia en frente. Una cabellera rubia se poso delante de ambos, lo que aprovecho para soltar el rifle, agachándose frente al pelinegro.
La sangre comenzaba a manchar su pantalón con rapidez, apretó sus manos sobre la herida, ocasionando un jadeo de dolor del contrario
—Mierda, lo siento
Miro alrededor, logrando encontrar una amplia pared alejada de la masacre que poco a poco subía de intensidad. Sin dudarlo, paso sus brazos por la espalda y debajo de las piernas de Isogai, haciéndole una seña a su compañera antes de echar a correr, procurando que las cascadas de balas no los dañaran.
Aquello tardaría en arreglarse
(...)
Ato la tela firmemente, soltando un suspiro de alivio. El torniquete detendría la hemorragia, pero el paseo hacia el hospital lo esperaba sin peros. Lo miro, sonriendo con dulzura
—¿Te encuentras bien?— Isogai asintió, apoyando su frente en su hombro
—Esto no acabara, ¿Cierto?— Maehara ríe, ambos sabían la respuesta— Lo siento, estaba distraído antes
—Agradece que no fue en la cabeza o ninguno de los dos estaría aquí— suspira, acariciando su cabello— Tu por ser asesinado y yo por no poder vivir sin ti
El pelinegro sonrió, abrazándolo con fuerza. Los gritos y disparos se oían fuertemente, pero a ninguno le importaba, estaban ocultos a los ojos ajenos. Aunque, aquella burbuja de protección no duro mucho. Necesitaban ayuda
—Perderemos
El rubio negó con una sonrisa, acercándose a su pareja mientras con sus ojos señalaba un lugar en especifico
—Sabes disparar, ¿Cierto? —guiño un ojo— Entonces no sera problema, créeme —se incorporo del suelo, cargando su rifle y subiendo el pañuelo para cubrir de su nariz hacia abajo— No es la primera vez que utilizas una de esas
Isogai abrió y cerro su boca, pero las palabras no salieron, y aunque lo hicieran, Maehara no podría oírlas porque ya se había marchado.
No quería aceptarlo, pero era la realidad, su amado novio le había entregado en bandeja de plata la maldita cosa que empezaba con B*. Esa maldita cosa que solo ocasionaba tragedias cuando la usaba (Ganaban, pero ese no era el punto)
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Escribir batallas no es lo mio, no nos llevamos bien, así que les recompenso el capitulo con esa foto uwu
