23. Necesidad.

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23.

Necesitaba saberlo.

Necesitaba conocer todo lo que con respecto a ellos existiera.

Necesitaba tener la información en sus manos.

Necesitaba tener el control de todo.

No podía dejar cabos sueltos, todo debía ir justo como él deseaba.

Él estaba por encima de todos ellos, y siempre lo estaría, costase lo que costase.

La ambición podía llegar a ser tóxica, destructiva y desgarradora, a tal punto que, sin siquiera haberlo previsto, se volvía cegadora; pero ya no había mucho que hacer, él estaba corrompido desde su nacimiento. Nadie lo había hecho así, él había sido procreado de esa forma; sin cura.

—Todo debe marchar como yo quiero— Dijo, antes de darle un largo trago a su vino—, solo debo esperar, y buscar esa paciencia que no tengo— Meditó, vigilando todo lo que en su campo de visión pudiese estar.

Al final, la historia solo tenía un curso, y era la que él impusiera.

No había nada ni nadie por encima de él, y lo demostraría.

— ¿Siempre vagas por los corredores del castillo? — Preguntó Valery, en cuanto vislumbró uno de los espacios libres que más cerca estaban de su perímetro.

—Sí. A veces. Depende, en realidad— Contestó su acompañante, provocando que ella soltara una risa algo sonora.

— ¿Entonces te encontraré por allí muy seguido? — Cuestionó, sentándose en una de las bancas de madera.

—Eso es muy seguro. Este lugar es muy distinto a donde solía trabajar; no dejo de asombrarme por todo lo que veo, a veces incluso, me da miedo tocar algo y que se abra un pasadizo secreto o algo por el estilo— Admitió, volviendo la conversación aún más informal de lo que era.

¿Qué pensaría la directora si los viera? ¿Qué pensarían los estudiantes? ¿Qué pensarían los otros profesores? ¿Qué pensarían sus amigos?

La verdad, en ese momento no les importa; estaban rodeados por una atmósfera de paz y tranquilidad que, sin razón alguna, no les dejaba pensar en las consecuencias que podrían arraigar los acercamientos que estaban teniendo.

—Estoy segura que aquí no hay nada de eso— Había cosas peores, y ella lo sabía a la perfección—. ¿Dónde trabajabas antes? — Inquirió, curiosa por saber algo más de él.

—En un colegio privado de Londres. Solía darles clases a los niños de primer año, esta es mi primera vez educando a los de grados superiores. Desde que empecé mi carrera me mantuve allí, este ha sido un salto demasiado grande para mí— Narró, manteniendo una gran sonrisa sobre si rostro.

— ¿Eres de Inglaterra, cierto? El acento te delata— Siguió ella, mientras sus ojos danzaban por toda la longitud de aquel hombre. Era simplemente impresionante.

—Sí, es mi hogar. Lastimosamente no he podido ver con exactitud de dónde eres, tu acento no es muy fuerte, manejas un muy alto nivel de inglés, pero hay ciertas palabras que delatan que eres de algún país de habla española— Entrecerró brevemente los ojos y le dio una inspección de pies a cabeza para poder hacerse una imagen clara de cuál podría ser su hogar de procedencia.

—Gracias por el halago, pero deberías esforzarte un poco más para poder saber de dónde soy.

—O puedo buscarlo en tu expediente— Soltó, logrando así que ambos se carcajearan ante su descaro—. Sería más fácil; soy muy malo en esta clase de juegos, siempre fui un desastre en la escuela.

Cuando el sol se escondeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora