29. Colores.

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29.

— ¿Cómo se les pudo escapar? — Gritó Dean, colocándose de pie y mirando con furia a la directora.

— ¿Cuándo fue? — Prefirió preguntar Stefan, intentando controlar todo aquello que le producía esa noticia.

—Anoche, cuando una de las empleadas fue a darle el desayuno esta mañana, ya no estaba— Explicó, intentado tomar fuertes respiraciones por la nariz.

— ¡Maldita sea! — Volvió a gritar Dean, tomando la copa de whisky y lanzándolo contra la pared, antes de girarse y encaminarse hacia la puerta.

—Dean, espera— Lo llamó Adler, al tiempo en el que él salía de la habitación.

—Vamos— Le indicó Stefan, colocándose de pie y saliendo junto a Adler.

—Debes calmarte— Le pidió Adler, alzando una mano en su dirección.

— ¿Que me calme? Ese maldito loco está allí afuera— Dijo, como si no entendieran lo que ocurría.

—Pero no te desesperes.

—Me debo desesperar, ese tipo está jodidamente loco— Pronunció, acercándose a ellos y empuñando las manos con fuerza—. Lo-co ¿Lo entiendes? ¿Te cabe en esa cabecita, ricitos de oro?

—Pero no es que haya mucha diferencia entre tú y él— Le recordó, cruzándose de brazos y enderezando su espalda, haciendo así uso de su imponente estatura.

—No, somos muy distintos, a mí solo me diagnosticaron con Psicopatía; él tiene la mente podrida, acabará con nosotros si no llegamos primero a él. Yo estoy limpio, él nos matará sin dudarlo. Él tiene mil cosas en esa cabeza llena de porquerías— Exageró, moviendo los brazos de un lado a otro.

—Siento que de igual forma hablas bastante de ti— Contratacó Adler.

—Yo estoy limpio. Las personas creen que todos los psicópatas somos asesinos seriales solo por las películas y series que hacen.

—Mataste a todas las mascotas que tenía, mientras dormía las colocabas en mi cama para que despertara lleno de sangre— Empezó a narrar Stefan—, me tiraste por un barranco a los diez años porque habías descubierto que con una lesión cerebral podrías causarle tal daño a una persona como para volverlo un sociópata, junto a Nathaniel mataste a nuestro padre a los quince, secuestraste a más de catorce personas solo para divertirte.

—Pero las liberé a la semana— Se excusó, levantando el dedo índice en su dirección.

—Asustabas a los vecinos por las madrugadas, a tal punto de que hiciste que más de veinte se mudaran del barrio, sin contar de que lo escuchas todo y lo sabes todo. Y para finalizar, recuerda lo que llevas haciendo con Erin desde hace año, sobre todo lo que hiciste con su amiga y su mamá— Terminó, frunciendo la frente a tal punto de que se veían claras varias líneas de expresión.

—Yo no fui el que ideó eso último, fue nuestra querida Valery, desde que descubrió una forma en la que podría obtener algo de paz, yo solo fui el que se prestó para jugar— Les mencionó, volviendo a su semblante serio—. Pero ahora ese no es el caso, el problema es que tenemos a un loco allá afuera, y no estoy dispuesto a hacer reunión familiar con mi hermanito mayor.

—Mírale el lado positivo— Dijo Adler, guardando sus manos en su abrigo y balanceándose de un lado a otro, intentando disimular su sonrisa.

— ¿Qué? ¿Reencuentro familiar? ¿Los tres hermanitos Laxway uniéndose? ¿Hacemos una fiesta llena de orgías, sangre y pecado o algo por el estilo? — Ironizó Dean, dándose la vuelta y yéndose por el pasillo.

Cuando el sol se escondeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora