25. Moral.

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25.

Todo era silencio.

Todo era oscuridad.

Todo era vacío.

No había nada que pudiese captar la atención, solo aquel chico colgado podía ocupar el campo de visión de Erin.

Era tétrica, triste y muy desolada aquella imagen. El ver a una persona acabar con su vida era más abrumador de lo que cualquiera hubiese podido pensar.

Tal vez en ese momento fuese egoísta, pero no pudo evitar pensar en que si hubiese cumplido su cometido aquel día, en ese momento hubiese dado la misma imagen que ese fallecido daba.

¿Las personas la habrían visto así? ¿Hubiesen estado tristes? ¿La hubiesen extrañado?

Eran demasiadas preguntas en su mente, pero para todas había una sola respuesta; nadie la hubiese recordado, solo habría tenido miradas llenas de lastima, ya que, en lo único que piensan los otros es en su edad y todo lo que tenía por delante, sin darse cuenta de que en muchas ocasiones las personas no pueden ver nada frente ellos. Nada de futuro, nada de amor, nada de vida.

Parecía ensimismada en todo eso que agobiaba su mente, para su fortuna, un pequeño demonio la vio entre todos su oscuridad, y decidió salvarla con la inexistente luz que en su ser habitaba.

—Vámonos de aquí— Le pidió María, tomando su brazo y llevándola lejos, pero sin lograr que ella despegara los ojos del cadáver.

La estupefacción de Erin la mantenía en el aire, lejos de todo, pero cerca de aquello que ya había desaparecido de su campo de visión.

—Está muerto— Dijo, en un susurro lastimero, mientras se llevaba la mano al pecho, como si le doliese demasiado.

—De suicidó, y deberías acostumbrarte a ver eso; escenarios así los encontrarás de forma recurrente— Advirtió, sería e imperturbable.

— ¿Por qué? — Cuestionó, mirando a la rubia por primera vez, para después hacer contacto con sus fríos ojos oscuros.

—Erin, tu sabes porqué— Cuando estuvieron lo suficientemente lejos de la multitud, respiro profundamente y colocó a Erin sobre una de las bancas.

—No lo sé— Mintió, sin siquiera ella haberlo deseado.

Se encontraba en un momento de completa negación, en el cual si mente de restringía las respuestas acertadas, ya que, el pánico oprimido que albergaba su cuerpo.

—Bueno, entonces yo te lo diré— Dijo, con la firmeza clara en cada una de sus palabras.

—No— Se apresuró a decir, negando una y otra vez con la cabeza—. No, no quiero que lo digas.

—Debes aceptar lo que ocurrió— Siguió diciendo, manteniendo el frío y monótono tono de voz.

—No, yo no vi nada. Todo está bien— Trató de convencerse, debido a que, la persona a la que debía mantener en calma, era a ella misma.

—Erin, contrólate y asimila lo sucedido. Negar los acontecimientos solo te deja en un engaño que al final termina consumiéndote, porque te guste o no, conoces la irrefutable verdad— Con fuerza la tomó de los hombros e hizo que alzará la cabeza y la mirara a los ojos—. Deja de evadir los hechos.

—No. No pasó nada. Todo está bien— Exclamó con mayor fuerza, en el momento en que unas gruesas lágrimas empezaban a bajar desde sus ojos hasta sus mejillas.

—Acéptalo, eludirlo solo va a hacer que después pegue con mayor fuerza.

—No— Gritó, antes de alejarse un poco y llevar sus manos hasta sus oídos, pretendiendo no oír nada.

Cuando el sol se escondeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora