2. Ocho.

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2.

¿Alguna vez te preguntaste que significa el número ocho?

¿Un número perfecto? ¿Uno al que se le puede sacar mitad de la mitad? ¿O simplemente te preguntaste que escondía ese número?

La verdad, es que representaba el comienzo, la transición entre el cielo y la tierra. Sin embargo, si lo mirábamos desde otro ángulo se podía ver el símbolo del infinito, es decir, representaba algo que nunca acaba, aunque, la cosa no quedaba solo ahí, porque si nos íbamos a las creencias católicas podríamos llegar a descubrir algo más curioso; resulta que era el símbolo de la resurrección y de la vida.

Que extraño y curioso podía llegar a ser el mundo, pues ellos formaban ese mismo número, ellos eran ocho.

Eran perfectos, infinitos, eran el cielo y la tierra, eran algo que nunca acabaría.

Ellos eran el camino, la verdad y la muerte.

— ¿Valery? — Preguntó Erin un poco anonadada por tenerla a ella en frente.

Al escucharla eso Valery no hizo más que expandir aún más su sonrisa y soltar una risa por lo bajo.

—Valery Villareal— Contestó la muchacha mientras el extendía una mano cordialmente. Con suma educación Erin la tomó y le devolvió una pequeña sonrisa. Al hacer eso con cuidado Valery se acercó y le dio un beso en la mejilla.

No sé estremeció ni nada por el estilo ante ese acto, dado a qué conocía bien esa forma tan fraternal de saludar, sin contar que el nombre y el apellido de la chica habían delatado por completo su procedencia hispana, aunque se podía decir que hablaba un perfecto inglés sin acento. Lo que realmente desconcertó a Erin fue el entusiasmo y carisma de la chica, se mantenía con una sonrisa casi que todo el tiempo, sin contar que solo una manzana había chocado contra su tacón, no tenía el deber de presentarse, pudo solo entrársela a Erin y ya.

—Yo soy Erin, Erin Vanegas— Dijo ella con educación.

— ¿Eres nueva cierto? — Observó con cierta alegría Valery.

—Sí, estoy en último año.

—Perfecto, nosotros también estamos en último año. Si quieres puedes sentarte con nosotros, debe ser difícil ser nueva en este lugar tan extraño— Valery ni siquiera espero una respuesta por parte de Erin, puesto a que de inmediato procedió a tomarla del brazo con total naturalidad para después enrollarlo con el suyo—. Vamos, te voy a presentar.

Erin quiso oponerse a eso ya que no quería molestar a nadie, pero no pudo hacer nada, porque los chicos a los que Valery se refería ya estaban allí junto a ellas.

Eran siete en total.

Al estar ahí cerca de ellos los miró con disimulo, pero con un poco de intriga a la vez. Eran todos muy diferentes. Nunca antes, a lo largo de toda su corta vida había llegado a ver un grupo de personas tan distintas físicamente hablando.

—El rubio que vez allí es Adler, mi novio. Es Alemán, así que no te sientas mal si llega a verse muy serio— Comenzó Valery con entusiasmo. Por su parte el chico solo levanto las cejas en forma de saludo—. Lo mismo te digo del otro rubio, es Vania, ruso, el más conservado y tímido de todos nosotros. Aunque se vea un poco retraído puede ser la mayor ternura que has llegado a conocer en tu vida si te soy sincera— En un tono más dulce Valery señaló a Vania.

A diferencia de Adler, quien gozaba de un rostro fino y unos ojos verdes Vania tenía el rostro más cuadrado y los ojos de un azul tan pálido como el hielo. Para lastima de Erin solo pudo contemplarlo por un momento, porque con la misma inseguridad con la que él había levantado la cabeza la volvió a bajar.

Cuando el sol se escondeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora