22.
—Llevo varios años aquí; yo también estuve en el ala de psicología— Dijo Vania, llevándose así toda la atención que Erin tenía para dar—. Ellos solo quieren ayudar.
Mentiroso.
Él nunca había estado allí.
Él era diferente, al igual que los otros.
—Yo no estoy loca— Afirmó Erin.
—No es cuestión de estar loco o no, ir a un psicólogo no te da motivos como para auto diagnosticarte— Explicó, con ese tono calmado y un poco tímido que siempre usaba.
— ¿Por qué estás tan seguro? — Siguió cuestionando.
—Porque reconozco que para tener buena salud debes contar con diversos elementos que le aportan a esta. No todo es como te ves o cómo te sientes físicamente, sino también el cómo te encuentras emocionalmente— La miraba directo a los ojos, sin esconder detalle alguno, ya que, por lo menos eso que estaba diciendo sí era cierto.
—Yo tengo miedo— Confesó, bajando la cabeza, para poder enfocar sus manos, las cuales yacían sobre su regazo.
— ¿Miedo de qué?
Por unos segundos se mantuvieron en silencio, esperando a que la mexicana dijese algo, debido a que, Vania estaba sintiendo la curiosidad picarle. Él sabía muy bien que era eso a lo que ella le tenía miedo, pero no podía evitar el dejarse llevar por el morbo que le causa el tan solo pensar en escuchar esas palabras que tanto mortificaban a ese pequeño ser humano.
—Yo... Prefiero no comentarlo, lo siento— Se disculpó, alzando un poco la cabeza para poder enfocar de nueva cuenta las estelas azul pálido que adornaban la cara de Vania.
—Tranquila, no pasa nada— Aseguró, pero sintiendo la punzada de decepción que lo recorría—. ¿Prefieres hablar de algo más?
—Sí— Soltó ella de inmediato, ilusionada ante la idea de dejar aquello atrás—. Yo nunca antes había hablado contigo, eres bastante callado— Al decir eso, Vania esbozó una pequeña sonrisa que, desde donde Erin veía, se extendía un poco más en su comisura izquierda.
—Eso es cierto. No soy de hablar mucho, siento que no se me da mucho, me gustan más las acciones, considero que soy mejor ejerciendo las cosas de forma motriz que oral— Movió sus manos un poco, dándole así fuerza a su mensaje, a pesar de que sus movimientos eran algo delicados.
— ¿Por qué? — Siguió Erin con su interrogatorio. Se encontraba claramente interesada por cualquier cosa que le diese a conocer algo de él. Nunca antes había visto a un chico que se comportara de la forma en la que Vania lo hacía.
—No lo sé, siendo sincero; no lo sé. Creo que siempre me ha ido mejor actuando— Se acomodó en la banca, apoyando si espalda en la madera, al tiempo en el que enfocaba el bosque y soltaba un suspiro—. Lastimosamente, el ser mejor en una cosa no me quita la capacidad de equivocarme haciendo eso.
— ¿Quieres decir que a veces te equivocas actuando en la mismo forma que lo haces cuando hablas? — Dedujo, apoyando la parte izquierda de su cara sobre sus nudillos, viendo directamente el perfil derecho del ruso.
—En efecto— Afirmó—. Puedo llegar a ser un desastre— Exclamó, pensando momentáneamente en aquello que había hecho con Valery hace varios años.
Nunca se había arrepentido de lo que había hecho con ella; para él eso había sido maravilloso, no podía negarlo. Pero en ese momento, justo en esos instantes en los que pensaba que podía dar un poco de ayuda, se percató de que él también necesitaba de ella.
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Cuando el sol se esconde
Mistero / Thriller¿Alguna vez has sentido miedo cuando ves a alguien hermoso? ¿Has querido escapar? ¿Has querido huir? En un instituto, donde se encontraban los hijos de las personas más poderosas del mundo, Erin sintió el miedo por primera vez en su vida. Pero nunca...