43. Verdades.

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43.

Desde los inicios de la humanidad, las personas siempre buscaban a alguien más como un refugio, creyendo que eso era sano y justo, cuando era la clara y simple muestra de que en ocasiones no interesaba el buscar una fortaleza propia, sino un ayudador para que curara las heridas de una forma superficial, porque mientras no se tuviese una sanación interna y una tregua consigo mismo, nunca habría una bienestar real.

Erin estaba dañada.

Erin estaba rota.

Erin se encontraba sola.

Erin no tenía amigos.

Erin no tenía familia.

Erin solo tenía a esos demonios que ella veía como sus ángeles; sus ángeles que habían posado sus ojos en ella, aun así si ella no hubiese sabido cuales eran las intenciones reales con ellos.

Cuando salieron de su pasmo, Adler se encaminó hacia Erin y la calmó, justo como había hecho en la iglesia cuando Valery había dado la orden de cubrirla en sangre para causar un desequilibrio en ella, sabiendo a la perfección cuales eran sus debilidades.

Adler ya tenía experiencia tratando ataques de pánico, él mismo había por varias; recordando la sangre de su hermano entre sus brazos y el olvido de sus padres para con él. También había tenido que calmar a Valery cuando en las noches recordaba los meses en los que había estado en la selva, aquellos meses en los que distintos hombres la habían violado un centenar de ocasiones, pero también recordó cómo le hicieron un aborto con ella aún despierta, evidenciando como no les importaba traumar a una niña e entrometerse en su cuerpo. Sin embargo, el caso que más recordaba era el de Vania. En muchas ocasiones había tenido que ir al hospital ante la gravedad de sus crisis. Siempre recordaba todo lo que le había pasado en sus cortos años de vida; las mujeres que lo habían llegado a tocar, los contantes golpes, el maltrato psicológico, habían llevado a Adler a pensar que Vania no tenía salvación alguna.

Al haber ayudado a Erin, las chicas la llevaron hasta el baño y le quitaron la sangre que la ropa y los brazos, por su parte los chicos se encargaron de retirar la sangre de la pared.

—Que feo intento de novela de Stephen King estamos viviendo, hasta tenemos una Carrie llorona, pero siendo sincero no me gustó lo que decía en esa pared— Confesó Nathaniel, acostado en la cama de Erin.

—Fue la otra Valery, pero no la sentí— Dijo Akihiro, analizando toda la situación.

Debido a la cercanía que había establecido con el Darkflat, Akihiro había empezado a detectar cualquier movimiento sobrecargado con la energía proveniente de aquel lugar, por esa razón, había salido al rescate de Erin cuando cayó en el lago y cuando casi salta por ella ventana de su habitación.

—Debe tener más fuerza— Indicó Dean—; al haber Erin saltado en el lago a través del llamado de la otra Valery por medio del espejo, rompió ese delgado vidrio que dividía este plano del Darkflat, por esa razón estamos más expuestos que nunca— Explicó, mirando con atención a todos los presentes.

— ¿Vamos a morir entonces? — Preguntó Adler.

—Pensé que ya se habían resignado a aceptar su realidad.

—No... No todos— Él sabía a la perfección que Valery no quería morir, ella no veía eso como una opción, y a pesar de que su relación no era la mejor, no quería causar más dolor en ella.

—Ahora Erin no es una escapatoria, es una implicada más en este caso.

— ¿Qué podemos hacer entonces? — Indagó Vania, sin dejar en claro si ya había aceptado su destino o no, él nunca decía nada con respecto a eso.

Cuando el sol se escondeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora