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Josephine

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Josephine

Al siguiente día me levante con un muy buen humor de la cama. Los luminosos rayos solares de California deslumbraban radiantes contra mi piel, que había adquirido de nuevo su tono normal. Después de haber hecho mi ritual higiénico y haber desayunado la mitad de la despensa, recorrí felizmente las calles de la ciudad. Como había imaginado, estas se encontraban despejadas por ser un sábado en el mediodía. La mayoría de los transeúntes era gente de edad y niños pequeños con sus madres. Si hubiera llevado mi cámara y les hubiera sacado fotos, sería como una postal mostrando gente de los años 50 desfilando por las avenidas, o algo por el estilo.
Llegue a mi destino rápidamente, con el carro chillando en las banquetas y dando trompicones. Salte del carro y mire fijamente a la señora Fiennes saliendo por la puerta delantera, vestida con falda y playera blanca y con una raqueta de tenis a la mano.

-Oh, querida. Es un placer que hayas venido de nuevo. Pensé que, por ser sábado, posiblemente saldrías con tus amigos a pasear en vez de estar por aquí. Déjame contarte el día como tiempo extra, ¿sí?

-Eh, no se preocupe Martha -Le dije sonrientemente mientras me acercaba a ella-. Estaré aquí probablemente todo el día, con Hero.

La señora Fiennes mostro una gigantesca sonrisa destellante y hablo -Me encanta que te lleves bien con mi pequeño hijo. Ojalá que también pudieras alejarlo de esas malas amistades que él tiene, si eso es posible -Dijo dándome palmaditas sobre mi hombro. Yo asentí y ella continuo-. El día de hoy yo me mantendré fuera, pero tu estarás aquí, ¿verdad?

-Por supuesto, ya le dije que estaría aquí todo el día. Tenemos muchas cosas que hacer por hoy.

-Me parece estupendo. Entonces, me iré ya mismo para que puedan comenzar con su diversión -Dijo entusiasmada. Como si le alguien le hubiera regalado un millón de dólares, que probablemente a ella le sobraban. Me sonrió una vez más y poco a poco se apartaba caminando. Mordí mi labio-.

- ¡Señora Fiennes! Perdón, ¡Martha! ¡Espere! -Le grite mientras corría detrás de ella. Se detuvo y giro-.

- ¿Qué sucede, Josephine?

-Uh. Bueno, usted, eh... ¿podría decirme... p-por qué Hero quedo ciego? Digo, solo quiero, ya sabe Umm, ¿entenderlo más? -Le pregunte mientras la miraba de reojo. Ella cambio su sonrisa por una mueca triste que golpeo contra mi pecho con firmeza. Que mal se ha de estar sintiendo-.

-Él quedo ciego por un accidente de auto, su amigo manejó ebrio creyendo que nada pasaría, pero sucedió. Él falleció y Hero... Hero quedó ciego debido a que algunos vidrios se incrustaron en sus ojos.-Lentamente masajeo su sien-. Es un milagro que Hero haya sobrevivido, ya que, no llevaba puesto el cinturón de seguridad.

-Eh. Oh, yo...yo lo siento mucho. No sabía que...

-Todo está bien, no te preocupes Josephine. Eso es cosa del pasado. Ahora solo quiero que el salga adelante y rehaga su vida -Ella dijo mientras secaba un par de lágrimas que corrían por sus mejillas rosadas-. Por favor, no vayas a comentarle nada sobre lo que te he dicho. A él no le gusta... no le gusta que sientan, como decirlo, eh, lastima. Sí, eso es. No le gusta que la gente sienta lastima de él, por eso es como es.

-Está bien, yo no...

-Bien, es tarde. Que tengas un buen día, ¡hasta pronto! -La señora Fiennes se despidió de mí y prácticamente salió volando hacia su camioneta negra. La despedí con la mano y me volví hacía la casa-.

-Bien, aquí vamos de nuevo.

Al entrar me percate que la casa permanecía más silenciosa que en los tres días que había esto ahí. También estaba muchísimo más limpia y brillante. Deje mi mochila verde sobre un sillón en la sala y tome mi ejemplar desgastado de Winterhaven. Me dirigía con paso seguro hacía arriba, al cuarto de Hero, cuando escuche unos breves sollozos provenientes del patio trasero. La tentación no me dejo y opte por ir a averiguar quién provocaba los sonidos. Al fin y al cabo, que era mujer.
Dejé el libro sobre el suelo, ya que no había ningún mueble cerca y abrí con cuidado la puerta. Por poco y me caigo al suelo. Aquello era como entrar al bosque encantado de un cuento de hadas o algo así. Había una alberca gigante en el centro del patio, pero estaba construido con muchas piedras que le daban un aspecto de un rio encantado. Había hileras de arces alrededor de ella y enredaderas sobre las paredes de piedra. Lo único que le daba el aspecto de patio de ricos era el jacuzzi negro y un par de bancas verdes distribuidas por todo el lugar. Di una mirada a todo el lugar y de pronto me di cuenta de donde provenían los llantos.
Hero.

Me acerqué con cuidado hacía la banca, en la cual él estaba apoyando únicamente sus brazos cruzados y sus piernas estaban sobre la tierra. Su cabeza estaba apoyada sobre la banca también, y escondía está entre sus manos. Sus sollozos de hacían cada vez más fuertes y su respiración cada vez más entrecortada. Se me rompió el corazón.

Me senté en el suelo a un lado de él y lo mire fijamente mientras levantaba su rostro. Su pálida piel estaba enrojecida y tenía los ojos hinchados, junto con sus mejillas húmedas por el llanto. Miro hacia la nada por un segundo y después poso sus ojos sobre mí.
Era la segunda vez que hacía eso. ¿Cómo podía?

- ¿Mamá? -Dijo lentamente mientras se limpiaba la nariz y después los ojos- Pensé que estarías en el club jugando tenis. Yo...

-No soy tu mamá, Hero-Le dije con ternura mientras veía como su rostro se tornaba serio y sin rastro de emoción. Aun así, el hechizo no se rompió-.

- ¿Qué haces aquí? Se supone que hoy no vendrías a trabajar. Lárgate -Dijo mientras se levantaba del suelo, dispuesto a marcharse. Camino un poco y después de un paso en falso, cayo-.

- ¡Hero! ¡Demonios! ¿Estás bien? -Le dije acercándome hacía el. Aún seguía tendido en el suelo. Podía sentir su cálida respiración sobre mi cara y mis ojos fundiéndose con los suyos. De pronto, el comenzó a llorar-. ¿Qué dije? ¡Por favor, no llores!

Él se incorporó solo un poco, de modo que se apoyaba sobre sus antebrazos y flexionaba las piernas un poco. Comenzó a gritar.

- ¿Es qué no lo entiendes? ¡Yo no quiero tu ayuda! ¡Déjame en paz! -Dijo alterado mientras intentaba incorporarse completamente. Yo lo sostuve de los brazos-. ¡Te he dicho que me dejes en paz!

- ¡No! ¿Sabes qué? ¿Podrías dejar de ser tan estúpido por un momento y dejar de gritar? ¡Estoy harta! -Le grite mientras lo jalaba de los brazos. Le ayudé a pararse, pero no solté sus brazos-. ¿Por qué no lo entiendes? ¡Yo quiero ayudarte! -Bien, tal vez eso era una pequeña mentira, pero ¿qué más da? Es tan terco que todo lo que le diga le entrará por un oído y le saldrá por el otro-.

-Tú no quieres ayudarme. Solo estas aquí por el dinero -Dijo más calmado, mientras giraba lentamente sobre sus talones y se disponía a entrar a la casa-.

- ¡Detente! ¿Sabes qué? ¡No me importa lo que pienses! ¡Yo te ayudaré quieras o no quieras! -Se detuvo por un momento y me enfrento. Cara a cara. Demonios, con la cercanía de su rostro, solo venían a mi mente pensamientos extraños de nosotros dos besándonos sobre el pasto verde y húmedo... ¡Rayos! ¡Qué difícil es concentrarse! -.

-Dime. ¿Qué rayos quieres de mí? -Susurro en mi oído. Ahora era el quién me sostenía por los brazos. Una sensación de corriente eléctrica me atravesó de pies a cabeza, y mi corazón comenzó a latir a mil por hora. Quería que me besara y me deseara tanto como yo el... Aunque bueno, eso sería imposible, ya que técnicamente, era como una especie de enemiga mortal para él, o yo que sé-.

Trague duro.

-Quiero que me des una oportunidad -Demonios. «¿Acaso mi voz no podía escucharse más quebrada, o qué? Valla tontería, ahora de seguro me había descubierto a mí y a mis deseos oscuros hacía el. Ahora él sabía que quería besarlo, tocarlo, que quería...»

-Solo una. Más te vale que la aproveches, porque no tendrás otra. -Se alejó de mí con una sonrisa torcida marcada en sus labios. Ningún rastro del llanto de hace cinco minutos. Lamió su labio-. Te deseo suerte, porque la necesitarás.

Corazón Ciego | HerophineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora