diecinueve

406 44 3
                                    

Josephine

Estacione el coche frente a la casa de Mia. Había calculado bien los horarios para llegar a la hora que los padres de ella ya se hubieran marchado al trabajo, ya que estaba segura que ella me gritaría y maldeciría a causa de desaparición de ayer por la noche.

Toque un poco nerviosa la puerta de su casa, mientras metía las palmas de las manos en los bolsillos delanteros de mis vaqueros. Oí como se acercaba caminando cada vez más y más. Me prepare para lo peor. Entonces abrió y me encontré con un lindo muchacho semidesnudo, con el cabello alborotado y unas grandes ojeras moradas. Lo observe fijamente a la cara, mientras él me echaba una mirada de arriba abajo. Entonces me di cuenta de quién era.

—Eh... ¿Gaspard? —Pregunte, realmente confundida. Es decir, el mundo era demasiado, demasiado pequeño. Tanto que podría asfixiarme un día de estos—.

—Te llamas Star, ¿verdad? —Hablo con su acento francés. Después me miro, frunció la boca y después sacudió la cabeza—. Perdón, Josephine.

—Uh... ¿Sí?

— ¿Quién es bebe? —"¿Bebe?" Oh, no puede ser—.

Mia bajo las escaleras rápidamente y se colocó al costado de Gaspard. Ella vestía solamente su ropa interior y una camiseta blanca con el logotipo de los Lakers.

— ¡Josephine Eliza Langford! ¿Dónde has estado? ¡No llegaste a dormir! —Dijo ella mientras me apretaba en un abrazo de oso. Comenzó a fatigarme y me aleje—.

—Me parece un milagro que lo hayas notado —murmure entre dientes—. Tengo que recoger mis cosas, ya no necesito más hospedaje. Gracias —Me adentré en la casa, esquivando a los dos y subí los escalones de uno en uno.

— ¡Josephine, no! ¡No entres a mi cuarto! —Grito ella desde abajo, mientras corría, intentando detenerme. Sin embargo, ya era demasiado tarde—.

— ¡Eh! —Cerré la puerta detrás de mí, y apoyé mi espalda contra esta, con los ojos bien abiertos. Ahí adentro había otro tipo, pero totalmente desnudo—.

Mia finalmente me alcanzo y me miro apenada. Yo enarque una ceja y la tome del brazo, arrastrándola hacía el cuarto de sus padres.

— ¿De qué tanto me perdí anoche? —Le pregunte, confundida y traumada por el resto de mi vida—.

—Uh. No de mucho, realmente —Dijo ella mientras tomaba asiento sobre el suelo y llevaba las manos hacia su frente. Después se rio— No vas a creer la noche que tuve, ¡fue increíble!

—Mia, se sincera conmigo —Le dije, seria. Después de que asintió, yo continúe— ¿Estas drogada?

— ¡No! ¿Cómo crees semejante barbaridad? —Volvió a reírse, esta vez más fuerte—. Solo tuve un poco de acción en el club, y dos voluntarios dispuestos a participar. Fue muy... emocionante.

—Sabes, como tu mejor amiga, hay algo que quisiera decirte; Estás enferma.

—Cállate, no es verdad, ¿ok? Además, tú también tuviste tu noche loca.

— ¿A qué te refieres con eso?

—Bueno, digamos que una palomita me aviso que te habías ido con Hero saliendo del club —Dijo ella mientras sonreía plácidamente al observar mi expresión de perplejidad—. Dime, ¿qué tanto hicieron? ¿Se fueron a un motel?

— ¡Mia! —Le grite enojada y un poco avergonzada mientras ella se carcajeaba en el suelo—. ¡No es gracioso!

—Sí lo es, créeme. No puedo creer que mi pequeña Josephine, la pura y casta virgen, ahora sea toda una mujer. Me siento orgullosa.

Corazón Ciego | HerophineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora