trece

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Josephine

No pude pegar el ojo en toda la noche. Al día siguiente, en cuanto vi salir el sol, me levanté con pereza y me dirigí hacía el baño. Sentía el cuello engarrotado y los músculos de la espalda dolían. Había pasado toda la noche en vela, en el salón de entretenimientos mirando películas subtituladas y revisando la colección musical, que extrañamente, me agradaba.

Mire mi pálido reflejo en el espejo y casi se me sale el corazón. Esperaba sinceramente que el día de ayer, Hero no me hubiera besado con esta pinta de zombi que traía. Aunque sabía que, desde ayer me encontraba en este estado, incluso peor. Y de nuevo, volví a recordar que él no podía ver mi apariencia, así que no tenía nada por qué preocuparme.

Y me sentí mal por pensar eso, una vez más. Mordí mi labio inferior y pensé como podría parecer una persona normal en estos momentos.

Nunca había tenido unas ojeras tan grandes. Mi cara estaba tan pálida que me costaba creer que actualmente vivía en California y no en un lugar donde nunca pegaba el sol. Mi cabello estaba tan duro y enredado que daba vergüenza. Pero lo peor, era mi ropa, completamente enlodada y rasguñada. Parecía haber salido de un libro para cazadores.

—Necesito una estúpida ducha, ya mismo —Me dije a mi misma, encerrándome en el baño y despojándome de mis ropas, dejándolas en un rincón. Gire la perilla de la regadera y el agua comenzó a brotar del grifo. Disfrute cada segundo, hasta que alguien me tomo por la cintura y solté un grito de muerte.

El tipo me sujeto con fuerza mientras pataleaba y rasguñaba. Tenía un poco de suerte, ya me habían envuelto con todo y cortina de baño, por lo que me cubría de mi desnudez. Me llevaron arrastrando hacía el corredor y después me aventaron con dureza en el piso. Solloce.

— ¡Dime tu nombre inmediatamente, ladrona! —Limpie mis ojos y mire a la persona. Que en realidad era Hero. Cubrí con las manos mi pecho y flexioné las piernas para que el no pudiera ver nada. Pero no es como si sirviera de algo, ya que de todas maneras no podría. Me incorpore, aliviada y lo abrace.

— ¡Me diste un susto de muerte! Soy solo yo, Josephine. —Le sonreí mientras miraba su cara de confusión, tornándose roja como tomate—. ¿No recuerdas que pase la noche aquí? Claro, como ibas a recordarlo si estabas totalmente ebrio...

— ¿Estas desnuda? —Pregunto él. Recordé que me estaba bañando hace un par de segundos y que después Hero me había sacado a patadas de la ducha. Así que, si, técnicamente estaba desnuda. Me separé de él después de unos momentos y luego fui yo quien tenía la cara roja—.

—No —Mentí—. Me estaba, uh, duchando antes de meterme a la alberca. Traigo ropa.

—Pues no la sentí —Dijo él cretinamente, sonriéndome. Rodé los ojos—.

—Con lo que me importa. Como sea, ¿podrías prestarme una camiseta o lo que sea?

— ¿Para qué? —Pregunto él, extrañado—.

—Bueno, ¿para qué crees que ocupo ropa? Obviamente no para limpiar el baño, ¿eh?

— ¿Qué le paso a tu ropa?

—Se mojo con la tormenta de ayer. ¿No lo recuerdas? —Le pregunte, esperanzada. Si recordaba la tormenta, probablemente habría una mínima posibilidad de que también recordara el beso y lo que me había dicho—.

—No realmente. Creo que bebí de más ayer, cuando te fuiste. Tal vez sea por eso que me duele la cabeza, ¿verdad? Sería lo más probable...

— ¿No recuerdas absolutamente nada de lo que hiciste o dijiste ayer? ¿Estás seguro? —Le pregunte seriamente mientras temblaba y cerraba las manos en puños—. ¿Enserio?

—Wow. Calmada, ¿vale? No recuerdo nada. ¿Por qué? ¿Qué fue lo que hice?
Suspiré—. Nada, nada. Olvídalo. Iré a preparar el desayuno. ¿Quieres algo?

—Cualquier cosa estará bien. Gracias.

—Vale.

Cretino.
Estúpido.
Si no me gustaras tanto, podría golpearte en estos momentos.
Tarado.

Antes de dirigirme a la cocina, entre al cuarto de Hero sin mirarlo realmente. Tomé la primera camiseta grande que vi y me vestí con ella. Baje las escaleras a paso flojo. Sentía el suelo moverse a mi alrededor y la vista se me comenzó a nublar un poco. Quería llorar por todas las cosas tan horribles que me estaban pasando últimamente; Primero Trevor, luego mis padres y ahora Hero.

Necesitaba unas vacaciones.

Ya en la cocina, amarré mi cabello húmedo con una liga que llevaba en la mano y comencé a tomar comida del refrigerador. Revolví de esto y aquello en una licuadora y comencé a morder una pera que se encontraba sobre la barra. Me senté en una silla de madera y pegué la frente contra mis piernas. Necesitaba pensar.

Le gustaba a Hero, de eso no me quedaba duda. Pero, ¿cómo? No había sido precisamente la persona más amigable con él, solo hacía mi trabajo; además él no me conocía. Me refiero físicamente. Ya me habían dicho que él era un mujeriego, así que mi concepto de él era que nunca se fijaría en alguien a quién no puede ver. Ósea yo. Todo esto era tan extraño, me dolía la cabeza de solo pensarlo.
Alguien me saco de mis pensamientos.

— ¿Hero? Querido, ¿estás en casa? Hero que estas... ¡Josephine!

Di un grito y salte de la silla, pegándome con la pata en el dedo pequeño. Mire a Martha, que a su vez me observaba con una mirada de horror. Me pregunté por qué... hasta que finalmente me di cuenta.

— ¿Por qué estas vistiendo solo una camiseta? Y es de mi hijo. ¿Acaso tú y él...

—¡No! No, no. Es una equivocación, yo nunca —Mi mente quedo en blanco. ¿Realmente creía que Hero y yo habíamos tenido sexo? ¿Enserio? —. Nunca haría nada con su hijo, ¿está bien? El solamente es mi amigo. O algo parecido, ust-usted me paga para que hable con él, así que no hay ningún otro tipo de relación entre él y yo. Solo laboral, se lo aseguro, por favor, yo...

— ¿Es enserio, Josephine? ¿Solo lo hacías por eso? —«¡ESTÚPIDA! Hero había escuchado aquello. Que estúpida, que estúpida, que estúpida». Hero se acercó a mí, frunciendo la nariz y volviendo sus palmas en puños—. ¿Es cierto?

—Uh... No realmente, solo que...

— ¿Sabes qué? Mejor olvídalo. Y también se me quito el hambre. Adiós mamá.

— ¿A dónde vas? —Pregunto Martha, culpable—.

—Con Félix, me espera fuera. Ojalá no te importe. Ahora sí, adiós.

Salió de la casa dando un portazo. Me estremecí.

—Oh Josephine, siento mucho si te causé problemas con él, no era mi intención...

—Está bien —Le dije, sin sentirlo. La mire—.

—Puedes tomarte el día libre si quieres, al cabo, no creo que veamos a Hero en todo el día.

—Eso sería perfecto. Pero, algo más. ¿Podría darme un aventón a mi casa?

Aquí vamos de nuevo, a lidiar con más problemas.

Corazón Ciego | HerophineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora