veintiuno

350 39 0
                                    

Josephine

Conduje de muy mal humor hasta llegar al aeropuerto internacional de los Ángeles. Gracias Martha y a él internet inalámbrico de mi celular, me había enterado de algunas cosas de la tal novia —de la cual yo no tenía ni idea que existiera— de Hero.

Su nombre era Lila Hastings, tenía dieciocho años y odiaba a todo mundo. Había salido en un sinfín de películas británicas, modelado en las pasarelas más famosas de todo el planeta e incluso se rumoraba que alguna vez había sido novia de Hutch Dano. Y créanme, yo amaba a Hutch Dano.

Por lo que había leído, también era una pequeña gata rubia caprichosa y creída que pensaba que las morochas eran personas estúpidas, cuando la única estúpida era ella.

Quería verle la cara para escupirle en el ojo y golpearla con mi bolso.
Pero no, yo no era tan salvaje. Simplemente me quede ahí, sonriéndole como si fuera mi amiga de toda la vida mientras caminaba hacia mí por los pasillos del aeropuerto. Me lanzo una mirada extraña, como diciendo "¿Y esta quién es?". Me acerque a ella, y con la fuerza de mi interior, la salude.

—Hola —Me impresione de lo buena que era fingiendo mi voz de felicidad—. Tú debes ser Lila, ¿no? Martha me pidió que viniera por ti...

—Oh, ¿Ella ha mandado a la sirvienta? Perfecto. Recoge mis maletas, rápido. ¿Y qué demonios estas vistiendo? —Ella siguió su paso, dejándome ahí parada en medio del tráfico de gente.

Cerré mis ojos y los apreté. No me pagaban lo suficiente para esto—.

Después de haber tomado sus mil baúles, que eran más pesados que yo, y haberlos subido en la cajuela del coche de Martha —Realmente, no tengo la menor idea de cómo pudieron caber—, conduje de regreso, mientras ella hablaba con alguien desde su celular y yo me concentraba en las calles pavimentadas, tarareando canciones de The Beatles.

Pronto, en la casa, Martha, Hero y un muchacho de cabello corto y músculos marcados se encontraban en el exterior de la casa, llenando otra camioneta con mochilas, comida y edredones. Si tuviera un mejor humor, me reiría de ver a Martha y a Hero, siendo tan normales y haciendo actividades de madre e hijo. Era una lástima tener a Lila a mi lado.

Se bajo sin decir nada y corrió directamente hacia los tres, dejándome con sus maletas sola.

Perfecto.

Desde la distancia, pude ver a Hero claramente sorprendido, mientras Lila lo abrazaba y Martha chillaba de emoción, literalmente. Me baje del coche mirando la escena, metiendo las palmas de las manos en los vaqueros. En serio no podía creer lo ingenua que había sido con Hero. Suspiré y me puse a trabajar, intentando bajar las pesadas maletas de la cajuela, sin ayuda de nadie. Sentí que iba a desfallecer mientras aventaba la primera al suelo, hasta que sentí a alguien ayudándome.

Me gire para ver quién era tan gentil y bondadoso como para echarme una mano, y contemple al muchacho que hace apenas unos segundos había estado con Hero y Martha. Él me sonrió y estiro una mano hacía mí.

—Hola, tú debes ser Josephine, ¿no? —Yo asentí, mirando a sus grandes ojos Miel, hipnotizada—. Mamá me conto mucho sobre ti.

"Mamá me conto mucho sobre ti". Y no Hero.

¿Qué demo... Oh, oh?

— ¿Tu eres hermano de Hero? —Pregunte sorprendida. El apretón duro más de lo normal, así que fui yo quien tomo la iniciativa de separarme. El me sonrió, mostrándome su perfecta dentadura—.

—Así es. Titan Fiennes-Tiffin, para servirte.

Me gire para contemplarlo discretamente, sin ser grosera con Titan, frente a mí. El seguía pegado a Lila. Me volví hacia Titan, de pronto sintiéndome maravillada al notar sus esculpidos pectorales que se marcaban a la perfección contra su camiseta. Puse la sonrisa más seductora que tenía, mientras me ayudaba con las maletas. Me sentía tan patética, pero ¿y qué?

Mi venganza seria perfecta.

— ¡No puedo creer que realmente estudies en Princeton! —Chille de felicidad mientras dirigía una sonrisa sincera hacia Titan, que permanecía sentado junto a mí en el asiento trasero de la camioneta de Martha. El solamente se rio—.

—Seremos compañeros por lo menos durante un año. Tienes suerte de conocer a alguien con experiencia. Prometo no dejar que te pierdas en ningún rincón oscuro del instituto... A menos de que te este yo acompañando, claro.

Escuche a Hero bufar en el asiento delantero al mío. Suprimí una risita al instante que Titan se acercó más a mí, costado con costado.

—Y bueno, ¿qué dices? —Pregunto el mientras susurraba en mi oído. Me sonroje y el continuo—, ¿Quieres compartir la cabaña conmigo?

—Es suficiente, Titan —Escupió Hero, girando su cabeza para enfrentarlo. Líneas gruesas surcaban su ahora pálida frente, perlada por pequeñas gotas de sudor. Lila, a su lado, ladeo un poco su pequeña cabeza rubia y bostezo alzando los brazos y rozándolos con Hero. Él no se alejó—.

Titan pareció perplejo—. ¿Qué tiene de malo, hermano?

—Exactamente. No tiene nada de malo —añadí yo mientras miraba con envidia como Lila se apoyaba en Hero, medio dormida—. Es decir, tú dormirás en la misma cabaña que tu noviecita, ¿no? ¿O acaso querías que durmiera en medio de los dos?

Hero apretó la punta de su nariz y contuvo el aliento, notablemente, su paciencia se agotaba. Decidí ignorarlo y me gire de nuevo hacia Titan.

—Me encantaría compartir la cabaña contigo —Hable con voz seductora. Titan sonrió aún más, con una leve chispa de perversión en sus ojos. Quise reírme, y no sabía si por el nerviosismo o por qué más. Hero volvió a bufar y se giró, dándonos la espalda. Fruncí los labios.

Había pasado casi un día entero desde que salimos de la mansión, y nos hubiera llevado mucho menos tiempo si no hubiera sido a causa de la súper modelo—que más bien era súper irritante—. Tomamos un avión que llevaba directamente hacía Portland, en Maine y como era de esperarse, Lila fue perseguida por los fotógrafos a donde quiera que iba. Y eso nos incluía a nosotros. Por lo que el intentar escabullirnos era algo demasiado, demasiado difícil. Después de eso, Martha comenzó a hacer un desastre con su celular y en minutos, dos camionetas gigantes nos llevaban hacía las afueras, a una ciudad llamada Norway—si, como Noruega—, donde se encontraba el lago con el mismo nombre. Ahí sería donde pasaríamos la siguiente semana, conviviendo los unos con los otros, y con suerte, evitando el estrangular a Lila y a Hero.

Las afueras de Norway eran realmente encantadoras. Las carreteras permanecían enjauladas entre el inmenso bosque de coníferas verde y las flores amarillas que destacaban en los límites, enredadas entre la hiedra.

Cerré mis ojos, apretando la frente contra el frio cristal polarizado. Todos se encontraban dormidos, menos el conductor, por supuesto.

Imagine que no estaba enojada con Hero, que él no tenía otra novia. Que él no me había engañado. Hubiera sido realmente romántico el haber pasado una semana junta, alejada de la realidad en este precioso lugar. De pronto me pareció mala idea el haber accedido a venir con ellos hacia aquí, pero no podía hacer nada, este era mi trabajo.

Era como si cualquier cosa que supiera de él, fuera una completa mentira. Ni siquiera lo conocía demasiado como para saber si realmente actuaba a mí alrededor, y cuando yo no estaba. El solo se desprendía de esa mascara que asfixiaba su rostro.

No le di importancia a las lágrimas que recorrían mis mejillas sonrojadas. Me alegre de que nadie pudiera notar mi sufrimiento.

Corazón Ciego | HerophineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora