veintitrés

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Josephine

—Titan, ¿podríamos regresar a casa? Por favor —Le rogué, supliqué casi entre sollozos —vale no estaba sollozando, pero, aun así—, mientras lamentaba amargamente la decisión de haber asistido a la estúpida fiesta del amigo de Lila. Él sonrió pícaramente, mientras sacudía su cabeza—.

—Lo siento, bebé. Pero ni siquiera han pasado más de treinta minutos. ¿Cuál es la prisa por volver?

Tal vez los patéticos chicos que intentaron manosearme en la entrada, las constantes burlas de las rubias operadas que hablaban sobre mi ropa de segunda mano, y también los comentarios aburridos y sin sentido alguno de Lila—. Tengo un dolor de cabeza, y estas zapatillas me están matando. ¿Por favor?

El asintió seriamente mientras se despegaba de la mesa de billar que estaba frente a él. Los chicos estaban jugando beer pong. Era tan tonto.

Caminamos juntos hasta la entrada de la cabaña, el sosteniendo mi mano izquierda mientras que con la otra se despedía brevemente de sus conocidos. Me condujo hacía el segundo piso, en busca de Lila, que se encontraba totalmente desaparecida.

— ¿No tienes alguna idea de donde pueda estar? —Pregunto él, revisando una de las habitaciones—.

Sacudí la cabeza—. Lo primero que hizo al llegar fue escabullirse por detrás de las columnas. Pero después que la intente encontrar, ella se había fugado. Fue inútil.

—Entiendo. Pero tú sabes muy bien que no podemos volver sin ella, ¿Verdad? Mamá nos matara si llegamos a casa sin su cuñada favorita.

Esas palabras fueron como un balde de agua fría sobre mi cuerpo desnudo en un día de invierno. En la calle. Con público.

Gruñí, enojada.

—Bien —Respondí secamente, liberándome de su agarre—. Entonces volveré yo sola. Muchísimas gracias.

Antes de que Titan pudiera protestar o hacer algún movimiento, me aleje corriendo de ahí. Por una parte, aliviada de que el corto viaje no hubiera sido con la tonta y promiscua de Lila. Como Hero era tan, pero tan inteligente, él había decidido quedarse solo en su cabaña, haciendo quien sabe que cosas. Me sentí mejor así, ya que no lo podría ver en acción con otras chicas—quiero decir, Lila—.

Me libere de la cabaña y avance con prisa a través del pequeño tramo en el bosque que conducía a un costado del lago. Las cabañas en las que estábamos se encontraban justo al otro lado, pero a pesar de la cercanía y gracias a la oscuridad, no podía percibir el contorno de la casa a distancia. Solo unos minutos más y estaría en paz, acurrucada en mi cama y probablemente leyendo un libro.

Una milla y dos tropezadas más tarde, me encontraba subiendo los escalones que conducían al centro de las tres cabañas. Sentí un poco de miedo, ya que parecía que el lugar estuviera desierto. Ninguna camioneta estaba aparcada en el estacionamiento, y como Titan se había quedado con las llaves de nuestra cabaña, estaría fuera durante un buen rato. Tenía la fortuna de contar con un cardigán azul que me había echado a la bolsa segundos antes de ir hacía la fiesta. Suspire calmadamente a medida que me acercaba hacía uno de los sillones de la sala exterior.

Sin embargo, alguien irrumpió mi paz.

— ¿Lila? ¿Eres tú? —Vislumbre a Hero mientras sorbía lentamente su nariz. Sus piernas colgaban sobre el pequeño muelle y su rostro se giraba hacía arriba, como viendo la luna. Sonreí sarcásticamente mientras me acercaba a él con los brazos cruzados sobre el pecho. Como no respondía, el continuo—. No estoy de humor ahora. Vete de aquí.

—Si quieres me voy. Qué lástima que no sea Lila.

—¿Josephine? —Giro su rostro hacía mí, sorprendido. La fantasmagórica luz de la luna se reflejaba sobre sus pálidos ojos y su hermoso rostro. Por un momento creí que tenía gripe o algo, pero me di cuenta que el realmente sollozaba. Tenía la nariz y las mejillas enrojecidas como un tomate y el semblante descuidado. Dejando todo el sarcasmo y el enojo, por un lado, corrí inmediatamente hacía él, arrodillándome a su lado—.

Corazón Ciego | HerophineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora