nueve

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Josephine

Pasaron un par de horas desde aquello. Como buena niñera, después de hacerle el desayuno a Hero, literalmente lo lleve hacía al baño y lo desvestí. Y digo literalmente porque me quede mirándolo mientras se quitaba la ropa, claro, hasta que se percató de algo raro y mejor decidió cerrar la puerta. Que mala suerte.

Después, ya no hubo ninguna actividad interesante en todo el día. Solíamos hacer lo mismo y estar en el mismo lugar, ya saben, cada vez que yo iba hacía el salón de entretenimiento, él estaba ahí, o cuando el salía hacía el patio trasero, yo ya me encontraba fuera. Extrañamente, nuestras mentes parecían pensar como igual. Es una señal. Y a mí me encantaba interpretarlas a mi propia manera.

Sin embargo, no todo era color de rosa. Mientras Hero aprovechaba para echarse miles de clavados en la alberca—aunque yo ignoro cómo, ya que él no podía ver nada—, yo solo me quede sentada en la orilla de esta, con los pies dentro de la piscina, los codos apoyados sobre el regazo y la cabeza descansando sobre las palmas de las manos. El escenario me llevaba hacía un par de días atrás, cuando Trevor, mi amor platónico de toda la adolescencia, me había besado. El recuerdo ni siquiera me dejaba vislumbrar a Hero húmedo y semidesnudo. El sueño de toda chica. ¿O acaso no?

Hablemos de los pros y los contras. A Trevor lo conozco desde hace muchos años. Él siempre me ha ayudado, apoyado y cuidado. Pero sentía que lo hacía porque me veía como una hermana pequeña para él. Es decir, ¿Cuántas veces, un tipo increíblemente guapo, rico y con deslumbrantes chicas tras de él, se llegaría a fijar en algo como yo? Bueno, realmente no es como si yo me considerara fea, en lo absoluto. Solo que, todo lo que yo no tenía, a ellas les sobraba. Además, todas sus exnovias—bien, no todas, pero si la mayoría—, han llevado impresionantes cabelleras rubias durante prácticamente toda su vida, y tacones que deberían ser etiquetados en la categoría de zancos, a diferencia de mí, con mi cabello oscuro y con camisetas y vaqueros rasgados, dándome el aspecto de mujer indie que ya nadie usaba. Mi segundo nombre debería ser "sencillez". O más bien violadora o acosadora. Pero esa es otra cosa.

Ahora que sabía sobre los sentimientos de Trevor, me sentía demasiado confundida. Repito, él siempre me había atraído, así que, cuando me beso, pensé que por fin había cumplido con el sueño de la humanidad, de ser feliz con alguien que también me quisiera, y que en cualquier momento aparecería un hada madrina junto con una calabaza en vez de carruaje. Pero no ocurrió nada, de hecho, solo parecí disfrutar el beso a causa de Hero.

Oh Hero.

Ni siquiera conocía su último nombre y prácticamente estaba cacheteando las banquetas por él. ¿Desde hace cuánto que lo conocía? ¿Uh? Oh claro, ya recordé, menos de una semana. Bien. ¿Puedes enamorarte de alguien en menos de una semana? Yo creo que si... Es decir, ¡no! Por supuesto que no. Yo no estaba enamorada de él. Nunca. Los arrogantes y presumidos no iban conmigo. Con aquel beso que le robé en la mañana me sentí a un paso del delirio. Y es que, dentro de mí habían ocurrido cosas inexplicables. No soy de esas que creen en él "y vivieron felices por siempre", pero ahora comenzaba a dudar...

Mi atracción por él iba más allá de un berrinche, eso estaba claro, pero tampoco quería tener nada que ver con él. Demonios, ¿por qué no puede ser más fácil? Ya, ya. Ya lo sé, probablemente crean que soy un tipo de zorra que se acuesta con todo mundo. Pero no, como les había dicho en un principio, soy virgen y a mucha honra. Aunque en eso de los besos, tenía demasiada experiencia, lamentablemente. Es por eso que ahora me siento entre la espada y la pared con Hero y Trevor; Este último ha sido todo lo que yo siempre había querido, y ha estado conmigo desde que nos hicimos amigos. Amigos de verdad. Y con Hero...bueno, ya saben. Es solo que ese beso fue algo difícil de, eh, manejar. Nunca me había sentido así. Enserio.

Corazón Ciego | HerophineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora