Chapter 8: Mente y corazón

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Chapter 8: Mente y corazón

De cómo el corazón herido calla, ante la victoria del cerebro

Alguien llama a la puerta... el sonido se escucha lejano, vago, casi como parte de un sueño. Shuo decide ignorarlo, demasiado cómodo como para siquiera molestarse en preguntarse cuál será la urgencia. Es temprano y la noche anterior no durmió demasiado que se diga, de hecho, está seguro que apenas si lleva un par de horas durmiendo. Sea lo que sea, sea quien sea, seguro puede esperar. La paciencia es una virtud ¿No? Bueno, que el dueño de aquellos golpes la ponga en práctica. Sí, seguro no es tan importante. Remolonea un poco en la cama y su brazo busca a tientas hasta dar con el menudo cuerpo de su pareja. La sonrisa le curva los labios, acompañando un sonoro ronroneo, y su rostro se esconde en el suave pelaje del felino a su lado, aspirando aquel aroma tan particular... Otra vez alguien llama a la puerta. Gruñe, un tanto frustrado, estrechando aquel cuerpo en su abrazo, negándose rotundamente a salir del calor que le supone el lecho a esas horas. ¡Por amor a todos los dioses, no pueden hacer esto! ¡No levantará! No, no y...

-Ve a ver, Shuo -Le regaña una voz ronca- Si tanto insisten, tiene que ser importante.

-Pero, amor... -Intenta remolonear- No quiero.

-He dicho que vayas.

Gruñe nuevamente, frustrado, pero no le queda más remedio que aceptar. Mientras los golpes en la puerta se repiten cada cierto tiempo, un poco fuertes ya, Shuo se toma su tiempo en hacer a un lado las sábanas y estirar las piernas fuera de la cama. Tan solo lleva unos pantalones holgados, bastante bajos por cierto, aunque poco le importa e ese momento. A paso pesado, camina fuera del cuarto, estirándose por el camino para intentar desperezarse un poco.

Al menos, no abrirá con cara de zombi... o eso pretende.

Uuuhhh... Sea quien sea el desgraciado, le romperé la nariz... Llega a ser Li y la rajo a...

Toma el picaporte casi con bronca, como desquitándose un poco por aquella interrupción, y jala de la puerta. Su pobre intento de un semblante amable queda completamente arruinado por la sorpresa y preocupación al ver a Tigresa parada en el umbral. No la espera tan pronto, había quedado en que ella vendría dentro de una semana más o menos. Busca los ojos de la felina, buscando alguna explicación, pero esta tan solo agacha más la mirada, un tanto apenada.

-Lo siento -Murmura- Esto yo... ¿Hice mal en venir ahora?

Shuo reacciona ante aquellas palabras, pegando un respingo.

-No, no, claro que no -Se apresura a negar- Solo me... sorprendí un poco. Anda, pasa.

Se hace a un lado y aparta más la puerta, dejándole sitio a Tigresa, que entra a la estancia casi con timidez. El gesto se le hace un poco tonto al tigre, pues ella ya conoce su casa. Estuvo durante algunas misiones que solía hacer en solitario, ya sea de paso o para descansar luego de algún largo viaje. Cierra la puerta y al voltear, se encuentra con Tigresa parada en medio de la pequeña salita de estar, aún con la mochila colgando de su hombro.

Sonríe, de aquella manera que siempre le sonrió a ella, y le insta a tomar asiento. No pregunta de entrada el motivo de aquella visita, presiente que algo ha pasado y prefiere iniciar con una pequeña broma a cerca de su aparente odio hacia el cepillo de pelo. Tigresa no parece entender, hasta no ver su reflejo en uno de los espejos de la sala y notar lo despeinada que está. Al menos, el comentario le hace sonreír.

Le ofrece té y recibe su mochila, llevándola a su habitación y volviendo a la sala luego. Tigresa espera sentada en un pequeño sillón mientras Shuo prepara las tazas. Se ofrece a ayudar, pero el tigre de bengala se niega en rotundo.

Mi mayor pecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora