Chapter 13: Las cenizas que aún quedan
Las cenizas que aún quedan... Y no se las ha llevado el viento
El agua relaja sus músculos, vacía su mente y le permite pensar con calma. Como lleva sucediendo en los últimos cuatro meses, lo primero que aborda su cabeza es la imagen de Po y aquellas palabras, dichas con tanta indiferencia, sin algún remordimiento. Su entrecejo se arruga, sus brazos se tensan alrededor de las piernas, que mantiene flexionadas contra el pecho. Lentamente, va expulsando el aire que ha retenido en sus pulmones. Las imágenes pasan una detrás de otra. Todas de Po. Sus ojos, su sonrisa, sus manos. Aquellas caricias, los besos, las palabras susurradas al oído. Todo lo que él le ha dado... y también lo que le ha quitado. Recuerda los momentos a solas en su cuarto, aquellos en que las lágrimas parecían infinitas, recuerda aquel punzante dolor en su pecho. Lo recuerda a él.
No sé si te amo, Tigresa.
Abre los ojos y bruscamente se endereza en la bañera, asomándose por la superficie del agua con una gran y desesperada bocanada de aire. Su pecho se hincha duramente con cada inspiración, sus pulmones arden y su corazón late eufóricamente. No entiende qué es ese sentimiento tan amargo. Se soba el rostro con una mano, quitándose el exceso de agua del pelaje, y apoya la espalda en el borde de la bañera, flexionando las piernas contra el pecho. Respira lentamente, sintiéndose débil y adormilada, con la mejilla apoyada sobre sus rodillas. Se siente débil, mareada. Se siente enferma.
El agua ya está demasiado fría y comienza a titiritar, cada poro se su piel se eriza. Muy lentamente, se coloca de pie, dejando el agua correr por su pelaje, y sale de la bañera aun sintiendo sus piernas algo temblorosas. La toalla se encuentra en un pequeño banquillo ubicado junto a la puerta. Tal como solía hacer en el Palacio de Jade, se coloca la toalla alrededor del cuerpo y encima una yukata. No hay nadie en la casa. Shuo y Yao no han llegado aún y confía en que no lo harán en un buen tiempo, lo cual le pone bastante fácil las cosas. No es que necesite ocultarle las cosas a Shuo, o a alguien, es solo que no le apetece dar explicaciones en ese momento, mucho menos si en dicha explicación se ve involucrado Yuan.
Se toma su tiempo en secarse cada centímetro del pelaje, para luego dejar la toalla y la yukata a un lado, colgando de una de las paredes del biombo. Está desnuda, cuando al voltear, encuentra la pequeña nota doblada en dos sobre el marco de la ventana, junto a la bonita flor de cerezo que dejó esa misma mañana allí. Su primer impulso es cubrirse lo mejor posible con los brazos, sintiéndose repentinamente observada, pero rápidamente cae en cuenta que esa nota está ahí desde antes de que ella entrara al cuarto. De lo contrario, hubiera oído a quien sea que la haya dejado (bueno, no es que sea un misterio el dueño del papel aquel). Más segura ya, se acerca a la ventana y toma el trozo de papel entre sus manos;
¿Por qué tan nerviosa esta tarde, nena?
Yuan.
El corazón de Tigresa se dispara en un frenético y eufórico latido. Sus mejillas se cubren de un suave rubor, oculto debajo de su pelaje. Sin embargo, su ceja derecha se arquea, en un gesto un tanto escéptico, al caer en cuenta de lo que aquellas palabras significan... ¿Yuan ha estado espiándola mientras entrena? Se dice que es ridículo, pero ¿de qué otra manera podría saber eso? Él no estaba en el patio, al menos, no junto a ellos.
Cualquier pensamiento se ve opacado por la imagen de la torcida sonrisa del leopardo y un ligero estremecimiento le eriza cada poro de piel.
Deja la nota en su lugar, en el marco de la ventana, y corre hacia el armario. De repente, solo quiere verlo a él. Vendas, pantalón y una bonita blusa negra, de mangas largas y anchas, que le llega casi hasta el muslo... No puede decir que se ha arreglado de manera especial, pero sí que lo ha hecho con cierta ilusión en su rostro. Por unos segundos, mira hacia el armario entreabierto, recordando que, en la mochila, también hay un pequeño broche que Víbora le regaló el año pasado. Sin embargo, le parece un detalle excesivo y decide dejar de lado la idea.
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Mi mayor pecado
FanficEsta historia no me pertenece. Derechos a sus respectivos autores por hacer tan maravillosa obra (⌐■-■)