Chapter 1: Mi niña
Pequeña niña, hija mía
En cuanto despierta es consciente del peso extra en su brazo derecho. El calor de aquel cuerpo le invade y le llena, relajándole, invitándole a quedarse cinco minutos más en la cama. No se molesta en abrir los ojos, se está muy a gusto ahí. El ámbar del amanecer se cola por la pequeña ventana, llenando la habitación con su cálida luz, aunque la briza aún conserva aquel fresco de la noche. Po estrecha protectoramente a la felina aún dormida en su brazo, resguardándola de la fresca mañana, a la vez que su mano se desliza con suaves caricias por su espalda desnuda. Le escucha ronronear entre sueños y él sonríe, contento de despertar a su lado, contenta de saberlo a gusto en su abrazo.
Hace poco más de un mes que Tigresa duerme en aquel cuarto, aunque cada mañana se levanta temprano para volver al suyo. No quiero que vean que dormimos juntos, suele excusarse y Po sabe que, en parte, es su culpa. Si tan solo le diera aquella respuesta que ella tanto quiere, si tan solo le pidiera formalmente que sea su novia, sabe que ella no tendría reparos.
Sinceramente, no entiende por qué tanta exigencia. ¿No dicen acaso que el afecto se demuestra en actos y no en palabras? Po ha hecho todo lo posible para demostrarle cuanto la quiere, pero ella pide más. Quiere palabras que confirmen lo que él le demuestra... Pero Po no puede, no quiere, no aún. No es inseguridad. No tiene ni una mínima duda acerca de sus sentimientos, ¿O tal vez si?
Tigresa se remueve en su abrazo, aún adormilada, y emite un perezoso ronroneo.
Po interrumpe aquellos pensamientos para bajar la mirada y observarla, como lo hace cada mañana. Es simplemente hermosa. Levanta su mano libre hacia la mejilla de ella, acariciando suavemente con la yema de los dedos su mullido y alborotado pelaje. Ella sonríe entre sueños. Siente su tacto y su cuerpo le responde, acercándose a él, aceptando cara caricia, incluso emitiendo algún bajo sonidito con su garganta, de aquellos que por poco no enloquecen a Po.
Ella le rodea con un brazo y entierra su rostro en el cálido pelaje del panda, aspirando aquel aroma que tanto le gusta. Está más dormida que despierta, pero sabe perfectamente de quien es el brazo que tan protectoramente le rodea.
-Buenos días, mi amor -Murmura.
¿Mi amor?... Bueno, inconsciencia del sueño.
-Buenos días -Po sonríe- ¿Dormiste bien, princesa?
Tigresa no se molesta en responder, tampoco en abrir los ojos para verle. Le escucha la sonrisa en la vos. ¿Bien? ¡De maravilla! Algo que jamás reconocerá en voz alta.
Los minutos pasan y ambos permanecen en silencio, disfrutando de la cercanía del otro. Po sabe que Tigresa se levantará en breve, que, como cada mañana, adoptará aquel semblante sereno y simplemente se irá del cuarto, sin decir nada, sin siquiera mirarle. Odiaba cuando hacía eso, pero ¿qué podía decirle? No estaba en lugar de exigirle nada, ni siquiera habían puesto nombre a aquello que compartían.
Deslizó su mano libre por la silueta de su cuerpo, recorriendo desde sus pechos, aún vendados, hasta su cadera, donde se entretuvo con el borde de su ropa interior. Al parecer, Tigresa dormía incómoda con ropa... y claro, a Po no le importaba demasiado que ella estuviera desnuda o con sotana. No la hacía sentir incómoda, no la miraba cuando ella no quería y tocaba solo lo que sabía que tenía permitido tocar.
Ella le rodeó con una pierna y él se aventuró por su muslo, tocándole muy apenas. Sabía que eso le gustaba; el tacto suave, sutil.
-¿Po?
-¿Humm?
-Ese es mi trasero.
-Lo sé.
Sonríe, bufón, aunque igualmente aparta la mano. No, no se ha dado cuenta realmente, pero ¿ya qué?
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Mi mayor pecado
FanficEsta historia no me pertenece. Derechos a sus respectivos autores por hacer tan maravillosa obra (⌐■-■)