Chapter 24: Celos

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Lo que sufre el celoso al ver su peor pesadilla hecha realidad.

Víbora no tardó en reaccionar y buscar con la mirada a Po... pero él ya no estaba a su lado. Ni a su lado, ni con los chicos, ni solo en el rincón donde se había aislado desde que vio a Tigresa y Yuan entrar. Miró hacia Grulla, que no tardó en entender qué buscaba, y él indico con un asentimiento de cabeza hacia dónde mirar.

¿Y cómo es que no lo había pensado antes?

Ahí iba Po.

Sus puños tensos, demasiado.

Sus pasos bruscos y fuertes.

Sus hombros rectos, su pecho hinchado.

Y Víbora quiso intervenir, realmente quiso detenerle, pero Grulla le detuvo bajo la excusa de que, si no era en ese momento, el panda se desquitaría con cualquier otro. Sabe que el ave tiene razón, porque ella misma lo ha visto en los últimos cuatro meses, y decide no intervenir. Demonios. Sí, demonios. Porque ve a Po dirigirse hacia Yuan y por como lo cómodo que se ven los alumnos del templo, está segura que a nadie más se le ha cruzado la idea de interponerse.

Pero... ¿Qué pasa? Lo inevitable; Nadie toca a Tigresa delante de Po, nadie puede burlarle de aquella manera. El panda no duda, su pulso no tiembla y se ve demasiado firme cuando se dirige hacia ellos. Los toma por sorpresa. Ni siquiera Tigresa ve como Po jala de Yuan y sin previo aviso, deja caer el puño cerrado sobre la cara de este.

Un golpe fuerte, desmedido, que no tira al felino al suelo, pero sí le hace tambalearse sobre sus pies. Po gruñe. Se ve grande e imponente, amenazador... y Yuan ruge, tanto de dolor como de furia, llevándose una mano al labio partido.

-¡¿Qué carajos...?!

Antes de terminar la frase, la grande mano del panda le toma del cuello y la zarandea lejos de Tigresa, apartándolo.

-¡Aléjate de ella, maldito! -Gruñe- No la toques, maldita sea.

El silencio es expectante.

El ambiente de juego, lleno de comentarios, ha dado un giro y se ha vuelto tenso. Mono, Mantis y Grulla no se atreven a intervenir, Víbora sabe que no debe hacerlo. Hikari, al igual que las gemelas, se mantiene apartada, mientras que Li y Bo solo están ahí para ver si alguien le da una paliza al leopardo.

Yuan se endereza, digno, con el rugido aun vibrando en su pecho. Su labio inferior sangra y todo el rostro le duele, un dolor punzante y constante que hasta lo marea, pero logra mantener un semblante altanero, arrogante como solo él. ¿Qué se cree el panda? ¿Con qué derecho? Quiere reír, burlarse, al comprender el porqué de aquel golpe. Está celoso. Y eso le gusta. Quiere decir que le considera una amenaza, un rival, que considera la posibilidad de que Tigresa le prefiera.

Pero Yuan no es impulsivo y sabe jugársela bien. Sabe que Tigresa le está observando, que espera a la mínima provocación para intervenir, y también sabe que no puede pelear con aquel oso, porque le ganaría. No porque no esté a su altura, sino por el mero hecho de tratarse del Guerrero Dragón. Gruñe. Una mueca que pretende ser sonrisa curva sus labios y con el dorso de su mano, se limpia la sangre del labio.

-Dime, panda... -Comienza, tranquilo- ¿Qué te da el derecho de aparecer de la nada y querer decirle a ella con quien puede besarse?

-Yo no...

-Porque es lo que estás haciendo, ¿O me equivoco? Por eso me golpeaste -Sí, tiene razón, lo sabe- ¿O crees que ella, mansa, te seguirá de la misma manera en que lo hizo y dejará que la vuelvas a tratar como mierda?

Sus palabras hieren al oso y lo sabe. Lo ve en sus ojos, ensombrecidos, y en lo tensa que está su mandíbula.

-No sabes lo que estás diciendo.

Mi mayor pecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora