Chapter 16: Consuelo
El consuelo al sufrimiento reprimido
-No recuerdo como murieron exactamente, pero sé que los asesinaron -Murmura Yuan -Sueño con ellos todas las noches. Sé que mi madre tenía una dulce voz, aunque no recuerdo su rostro, y que me parezco mucho a mi padre.
Tigresa escucha, en silencio, su mirada fija en el camino, su cabeza ligeramente agachada. Es algo a lo que se ha habituado demasiado, a agachar la cabeza cuando camina, a mirar hacia el suelo que pisa en vez de hacia quienes están al frente. Se pregunta si ella se parecerá a su madre, pero pronto se le olvida. Cuando uno se vuelve adulto, aprende que hay cosas que no deberían de importarnos demasiado, cosas que son como son porque así tenían que ser y punto.
Es la primera vez que Yuan expresa tanto, que le cuenta algo tan profundo sobre él, y realmente le interesa. Le produce cierta curiosidad conocer qué es lo que el leopardo recuerda sobre su pasado. Aunque es un tema que permanece entre ellos por muy poco tiempo, pues rápidamente él parece caer en cuanta sobre lo que está hablando y cambia por otro tema más trivial.
-Bao no es un mal maestro -Prosigue Yuan- Pero hay que saber tratar con él, a veces puede ser... un poco duro.
-Entiendo.
Silencio. Ambos caminan por un pequeño sendero que han encontrado en el bosque, no muy lejos de aquel arrollo en el cual se vieron aquella noche. Llevan varias horas ahí, desde que salieron del entrenamiento. Ella dijo a Shuo que saldría a meditar, Yuan no tenía que dar escusas a nadie, simplemente se fue luego de verla a ella salir del patio.
Tigresa baja la mirada al sentir el roce de los dedos de Yuan en su mano. Como si intentara tomarla, pero no estuviera seguro de si hacerlo o no. Sonríe. Sin decir nada al respecto, gira la muñeca y atrapa la mano del chico en la de ella, entrelazando sus dedos. El motivo no lo tiene del todo claro. Tal vez porque le gusta que él la toque, le gusta el contacto, tal vez porque su mano se siente cálida y acogedora en la de ella.
No ve el rostro de Yuan, pero algo le dice que está sonriendo. A Tigresa le vuelve loca esa sonrisa, pequeña y traviesa, discreta.
-¿Te han castigado físicamente alguna vez, Tigresa?
-¿Eh?
Un jalón a su mano le hace detenerse, otro jalón y se encuentra rodeado por los brazos del leopardo. Su pecho pegado al de él, sus manos sobre los anchos hombros, en un inútil y poco convincente intento por algo más de espacio. No es que lo desee. Le gusta esa cercanía.
De repente, los oscuros ojos han adquirido una mota de brillo, aquel brillo peligroso del depredador ente su presa, y los delgados labios se han curvado en una torcida y burlona sonrisa.
Yuan eleva una de sus manos, la otra aún sobre la espalda baja de la felina, y con los nudillos acaricia el contorno del rostro de Tigresa. Es una caricia lenta, sutil, apenas un roce que hace temblar a la chica.
Tigresa ronronea.
Con Po no solo aprendió a no cerrarse en una coraza, aprendió a expresarse casi de manera involuntaria. Las caricias de Yuan le hacen ronronear a menudo, algo por lo que sus mejillas prácticamente permanecen con un constante tono rosado.
-¿Te han golpeado alguna vez? -Pregunta de vuelta- De alguna manera que no sea en el entrenamiento, ni usando alguna táctica de pelea, ni nada.
-Sé defenderme, Yuan.
La voz de ella suena incluso burlona, como si no supiera cómo reaccionar ante esa pregunta.
Aunque intenta restarle importancia, por su mente pasa la imagen de aquella última discusión, cuando Po se enteró de que ella se iba. Se dice que eso no cuenta. Se dice que fue un error. Po no quiso empujarla, fue acto reflejo, ella lo había mordido y él... él solo... No lo hizo a propósito.
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Mi mayor pecado
FanfictionEsta historia no me pertenece. Derechos a sus respectivos autores por hacer tan maravillosa obra (⌐■-■)